"Si me pasé es porque llevaba unas copas de más". Este mensaje enviado a su víctima, al día siguiente de haber violado presuntamente a su casera, puede ser la clave que lleve a la posible condena de este presunto agresor sexual. El acusado, que se enfrenta a ocho años de cárcel, niega los hechos y aseguró en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de València que no llegó a forzarla sexualmente: "Yo llegué hasta donde ella me permitió". No obstante, ante las preguntas de la Fiscalía y de la acusación particular no supo explicar los motivos de este mensaje en el que prácticamente confiesa lo ocurrido.

"No pasó nada, pero me sentía incómodo", trató de argumentar sobre el motivo de las disculpas, que le dio a su casera cuando ésta le exigió por teléfono que saliera de su casa a la mañana siguiente de que éste presuntamente la agrediera sexualmente. "Creo que nunca debía de haberla besado", alegó ante la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial.

Los hechos juzgados la semana pasada ocurrieron en la noche del 14 al 15 de junio de 2016 en una vivienda de Mislata donde residía la víctima junto con sus dos hijos mayores de edad. La mujer tenía alquilada a su vez una habitación en la casa, donde pernoctaba el ahora acusado.

Esa noche la víctima asegura que se encontró con su inquilino haciéndose la cena, y aunque ella ya había cenado, éste le insistió en bajar a tomar algo y que le acompañara. Al rato de la velada "empezó a decirme que le gustaba mi olor, mis tetas ...", recordó la mujer, quien empezó a sentirse incómoda y le pidió que regresaran a la casa. Una vez en el domicilio, y aprovechando que ella estaba en el baño cambiándose para acostarse a dormir, éste entró en su habitación y se abalanzó sobre ella para violarla. "Me llevé un susto de muerte, le dije que saliera pero me tiró a la cama y se puso encima", relató la víctima.

El acusado alegó en su defensa que en la casa estaban los dos hijos y que ella podía haber pedido auxilio. No obstante, la mujer sostiene que no gritó porque pensó que si su hijo entraba "podía hacer una locura". Cuando terminó de violarla ella corrió enseguida a encerrase en el baño. "Me duché, me sentía sucia, no paraba de llorar", recordó detrás de un biombo sin poder contener el dolor.

Como consecuencia de los hechos la víctima sufre desde entonces "un trastorno de estrés postraumático e importantes desajustes adaptativos".

Respecto a los motivos por los que tardó en denunciar los hechos, la mujer explicó que esa misma mañana se lo contó a su cuñada, pero le pidió que no se lo dijera a su hermano porque tenía miedo de la reacción de sus familiares y no quería hablar sobre ello "por vergüenza".

Hubiera o no un consentimiento inicial por parte de la mujer, como así alega el acusado, él mismo admitió en el juicio: "Yo daba por hecho que iba a haber sexo esa noche, me puse encima de ella y le empecé a insistir". Asimismo reconoció que ella le dijo claramente que no quería y él volvió a insistir: "Mira mami, ya que estamos aquí ...". Aunque niega que consumara el acto sexual.