Una operación coordinada entre la Policía Nacional española, la rumana, Europol y Eurojust ha permitido desarticular la mayor red de origen rumana dedicada a la trata sexual en la Unión Europea. El líder de la organización, conocido como "Becu", es el sucesor de "Cabeza de cerdo" uno de los criminales más violentos detenidos en España y que controlaba la prostitución en Madrid.

La "operación Hunter" se desarrolló de manera simultánea en Madrid, Marbella (Málaga), Soto del Barco y varias localidades rumanas, y saldó con 11 detenidos, dos de ellos en Soto del Barco, y la liberación de 13 víctimas, además de la incautación de armas, vehículos de alta gama, dinero en efectivo y anotaciones de pagos relacionados con la investigación.

Las investigaciones comenzaron en noviembre de 2015 y se prolongaron hasta hace sólo unos días. Durante todo ese tiempo la atención policial estuvo centrada en la figura de "Becu", que inició su carrera delictiva en el año 2000 en Rumanía y que aprovechó la incorporación de ese país a la UE para desplazarse por Europa y captar a mujeres de distintas localidades de Rumanía y llevarlas a la República Checa a ejercer la prostitución.

Posteriormente se desplazó a España y empezó a colaborar con "cabeza de cerdo", líder de una organización criminal muy violencia y que controlaba la prostitución en Madrid.

Según explicó la Policía en un comunicado, cuando "cabeza de cerdo" fue detenido, se hizo con el control de la organización Dorel, el que era su mano derecha y con el que "Becu" mantenía serias diferencias. Así que se separaron y el rumano inició su actividad criminal reclutando a sus propios seguidores. Cuando murió Dorel, aprovechó para imponerse y se hizo con el control de las actividades de la mafia rumana en España, pero también extendió su red a Alemania, República Checa y Países Bajos.

La Policía logró identificar a varias de las víctimas de esta organización en Asturias, en Ibiza y en un polígono industrial de Fuenlabrada (Madrid). Eran captadas con el método de "lover boy": todos los miembros simulaban una relación sentimental con las mujeres para luego aludir a la necesidad de obtener dinero para ambos, y las conminaban a ejercer la prostitución.

Las víctimas eran amenazadas y coaccionadas e incluso se las llegó a someter a operaciones de cirugía estética para que generaran más ingresos.

Otras mujeres que ejercían la prostitución les tenían que pagar semanalmente entre 100 y 300 euros por el uso de la vía pública a cambio de protección. Esta tasa variaba según la edad, el físico de las chicas y el potencial que ellos consideraban que tenía cada una para generar ingresos. Todas eran amenazadas para que acudieran más horas al polígono e incrementar así la tasa cobrada. También extorsionaban a empresarios rumanos asentados en España.