Ana Capellín y David Duque, dos de las tres víctimas mortales del accidente del pasado viernes cerca de San Vicente de la Barquera (Cantabria) al chocar de frente contra un kamikaze, circulaban en dirección a Asturias, probablemente a celebrar al día siguiente el 25.º cumpleaños de ella. Su destino, Avilés. Los planes quedaron dramáticamente truncados sobre el asfalto.

Las circunstancias del terrible accidente comienzan a despejarse. La Guardia Civil de Tráfico ya sabe que Rafael Quevedo, el conductor que enfiló la autovía en sentido contrario de la marcha, se había parado en la gasolinera de Caviedes, a escasos cinco kilómetros del lugar del choque. Eran algo más de las ocho y media de la tarde, ya noche cerrada a estas alturas del año.

Algunos clientes de la cafetería de esa estación de servicio de Caviedes, en la autopista A-8, se dieron cuenta de la maniobra errónea de Rafael Quevedo. Dos de ellos salieron a toda prisa al exterior del establecimiento para avisarle, pero el Seat Toledo que conducía el kamikaze se perdía ya en la oscuridad de la noche en dirección a Santander, en sentido contrario.

Un acelerón

Quevedo pasó despacio por la señal de prohibido el paso, grande e inequívoca como suelen ser las de las autovías y, a partir de ese momento, aceleró. Desde la gasolinera se dio aviso inmediatamente al número 112 de Emergencias, pero muy poco tiempo después Rafael Quevedo empotraba su coche contra el Citroën C4 en el que viajaba el joven matrimonio formado por Ana Capellín, de 24 años, y David Duque, de 26.

El choque fue tan brutal que los tres cadáveres quedaron atrapados entre los hierros. Costó horas excarcelarlos y dejar el tramo de autovía abierto de nuevo al tráfico.

Entre su salida equivocada de la gasolinera y el punto kilométrico 252, donde se produjo el accidente, Rafael Quevedo, de 48 años, pasó por un túnel de unos cientos de metros de longitud y, más tarde, por otro tramo recto. Circulaba con las luces encendidas y en el túnel ya estuvo a punto de llevarse por delante a un coche, cuyo conductor dio un volantazo salvador en el último momento.

Se sabe que otros conductores le dieron las luces de aviso, entre ellos un camionero en el mismo túnel donde le captaron las cámaras de tráfico. Pero Quevedo ni redujo la velocidad ni aparentemente conducía inseguro y a bandazos.

Los resultados de la autopsia realizada al kamikaze de Cantabria no se van a hacer públicos o, al menos, ése es el deseo de los responsables de la investigación del accidente. Es una autopsia que la Guardia Civil de Tráfico considera fundamental para descartar o confirmar algunas de las hipótesis que circulan en torno al siniestro.