El lunes de esta semana, a las ocho de la mañana, comenzó en Berbes (Ribadesella) un dispositivo de búsqueda para localizar el cuerpo de Mari Trini Suardíaz y su hija Beatriz, desaparecidas desde 1987. Tres días después, termina la inspección sin resultados realizada por los agentes de la Unidad de Delicuencia Especializada en Violencia (UDEV) de la Policía Nacional de Gijón. Durante la inspección se intervinieron cartas, notas manuscritas por Mari Trini y facturas que serán analizadas por si pudieran aportar nuevos datos a la investigación. Además, los testimonios de los vecinos abren una nueva vía sobre la que indagar al apuntar a que el marido y padre de las desaparecidas arrojó dos vehículos a una balsa de una explotación minera próxima a la localidad.

La Policía buscaba nueva pruebas sobre la desaparición de las dos asturianas y su prioridad era encontrar una fosa séptica que había realizado Antonio María da Silva, marido y padre de las desaparecidas, en uno de los edificios de las viviendas que posee en Berbes. Tras fracturar la plancha de hormigón que recubría este hueco, se descubrió que estaba tabicado con bloque de hormigón en su perímetro pero carecía de este recubrimiento en el solado. Además, no tenía ni ventilación ni acceso de tuberías, necesarias para la evacuación de gases y excrementos. Lo más llamativo: este hueco tenía la forma y la dimensiones de un cuerpo humano, por lo que se sospechó que pudiera albergar los cuerpos de las mujeres. Sin embargo, tras la excavación del fondo y los alrededores del muro aunque finalmente se comprobó que estaba vacío.

Se barajan dos hipótesis, que la construcción era una especie de zulo para ocultar objetos (armas, droga, tabaco, etc.) o que desistió de hacer uso de la fosa al encontrarse cerca de una conducción de agua potable.

También se revisó otro edificio anexo en la calle Oliva, en Bernes, que tuvo que ser apuntalado para el registro dado el estado ruinoso del edificio. Sobre las tres de la tarde del día 22 se finalizó la búsqueda. Tras recoger el material, los edificios quedaron perfectamente cerrados con llave.

La planta baja utilizada como cuadra, también unida a las anteriores edificaciones, fue despejada de obstáculos para comprobar que no se había realizado ningún tipo de excavación en el suelo. Sobre el piso intermedio se verifica que no se ha ocultado nada tras los tabiques y del piso bajo cubierta se sacan varias maletas con efectos, sobre todo ropa en mal estado debido al paso del tiempo y hallarse a la intemperie. Se comprobó el interior de las mismas y se intervinieron cartas personales, notas manuscritas por MaríaTrini y facturas que serán ahora analizadas por el grupo por si pudieran aportar nuevos datos para la investigación.Nuevas líneas de investigación

Según los testimonios de varios vecinos, Antonio durante su estancia en el pueblo habría arrojado dos vehículos a la balsa de una explotación minera que se encuentra próxima a la localidad. Frente a dicha explotación se creó una balsa para recoger el agua que se bombeaba desde la mina, que se cerró por problemas técnicos y desde entonces la balsa fue utilizada por los habitantes del lugar para arrojar animales muertos, vehículos y otros desechos. Ahora esta práctica está prohibida, pero muchos de esos efectos siguen latentes en esa agua. Los agentes no pudieron corroborar la presencia de los automóviles porque el nivel del agua no lo permitía, pero recogieron esta información para ponerla de manifiesto en el informe que se ha remitido a la autoridad judicial.

En base a todo lo actuado será la Titular del Juzgado de Instrucción quien determine la continuidad de las pesquisas a tenor de las informaciones aportadas.