"Ah, pero, ¿se puede violar a una prostituta?". La pregunta, entre la duda legal, el resabio del proxeneta sin escrúpulos y cierta convicción de impunidad, se la planteó en cierta ocasión uno de los hermanos Sandulache a un policía que investigaba las presuntas palizas y agresiones sexuales a las mujeres supuestamente explotadas por este clan rumano, que mañana lunes se sienta en el banquillo de la sección segunda de la Audiencia en el mayor juicio por trata de blancas de que se haya convocado en Asturias.

La Policía lleva años detrás de este activo grupo, pero a pesar de ello no han pasado más de una semana en prisión. LA NUEVA ESPAÑA ha podido saber que los miembros de este grupo delictivo han tenido hasta 23 encontronazos con los agentes entre 2013 y mediados de 2017, y no se incluye la última operación de la Policía contra el clan, que el pasado diciembre llevó a la detención de doce personas, incluidos los hermanos Cristian Alin y Sebastian Sandulache. Unos días después, estaban todos en libertad, los hermanos tras pagar una fianza de 30.000 euros cada uno. Eso sí, entre los billetes que entregaron había alguno falso, según fuentes cercanas.

Procedentes de Constanza, en la costa del mar Negro, los Sandulache llevan asentados firmemente en Asturias desde 2005, dedicados a todo tipo de actividades delictivas. Eso sí, a lo largo de esos años, solo uno de sus miembros, Sebastian, estuvo dado de alta en la seguridad social durante 239 días, sin que hayan desempeñado actividad laboral alguna. A mediados de 2013 fueron detenidos por liderar una red que traía mediante engaño a jóvenes de Rumanía para explotarlas en la prostitución en condiciones de una vileza difícil de imaginar, en un régimen de palizas, violaciones y amenazas de todo tipo, desde amputaciones a represalias familiares. A algunas de sus víctimas llegaron a golpearlas para que abortase, a obligarlas a comer billetes e incluso las cortaron con una catana.

Tras salir de prisión, en diciembre de 2013, los dos hermanos volvieron a las andadas, con una sensación de impunidad total, alardeando de un alto nivel de vida, siempre con vehículos alta gama tipo Porsche o BMW. Hasta doce de estos vehículos se les han identificado.

La Policía se ha visto con las manos atadas. El 3 de abril de 2014, Cristian Alin Sandulache y su socio Ionut Banciu, al que también se juzga el lunes se vieron involucrados en un hurto en Lugo, aunque todo quedó en un juicio de faltas. El 19 de julio de ese año, Sebastian estuvo implicado en un robo a un joyero en Ponferrada, pero se sobreseyó respecto a él. En septiembre de ese año se les relacionó con el asalto a un club de Corgo, en Lugo, pero no s eles pudo acusar. Siguen incidentes de amenazas a algunas mujeres, como A. Ch. -curiosamente, acusada en el juicio del lunes-, a la que uno de los hermanos llegó a amenazarla con cortarle una pierna. La cadena de incidentes concluye a mediados del año pasado, cuando los hermanos Sandulache fueron arrestados por dar una paliza a un compatriota, aunque el asunto quedó sobreseído.