El juicio contra los Sandulache, que durará hasta marzo, solo pudo contar ayer con el testimonio de tres de las once mujeres prostituidas por el clan rumano. El resto no ha podido ser localizado. Las tres relataron un infierno de agresiones y violaciones. Pudieron escapar, aunque luego sufriesen presiones. "A mí me ofrecieron 25.000 euros para que cambiase la declaración, así seguía viva mi familia y yo también", aseguró la Testigo Protegido 12. Las otras dos víctimas, Alexandra I. S. y Sylvestra S. B., también fueron intimidadas y cambiaron sus versiones. Incluso las llevaron a un notario para redactar una declaración.

Sin embargo, ayer fue muy distinto y relataron con toda crudeza las "tácticas" del clan de Constanza. "A Alexandra la drogaron y la violaron durante días", aseguró una de ellas. Alexandra I. S. lo corroboró y dio muchos más detalles. "En 2011 me dieron una paliza de muerte, me golpearon la cabeza contra la pared y durante días estuve en la cama, no podía respirar", aseguró. A esta mujer la captó, según dijo, Ionut Banciu, supuesto "soldado" del clan. "Vine a España con él para tener un futuro juntos. Yo me dedicaría a poner copas, mientras él trabajaría en la construcción. Luego me vendió a los Sandulache por mil euros y un BMW", contó.

Banciu era el encargado de "traer a las chicas enamoradas de Rumanía", también de vigilarlas estrechamente. Todas le tenían miedo. Sebastian y Cristian Alin Sandulache eran los que cobraban -tenían que dejarles el dinero en la mesita de noche- e intervenían para "corregir" a las mujeres. Daniela Sandulache, hermana de los anteriores, era la que "explicaba" a las mujeres el trabajo o las llevaba al hospital.

"Estaba enferma por las torturas. Me desmayé varias veces y tuve que ir al hospital. Ya no podía más y me escapé con un cliente", aseguró la testigo protegido, a la que apodaban "La Gitana" o "La Ciega". Se trata de una joven con bachillerato, que trabajó como agente inmobiliaria en su país y que dijo haber sido "convencida" pistola en mano por Cristian Alin para viajar a España. Cuando llegó a Asturias se enteró de que tenía que prostituirse para pagar una deuda con el clan. "Les preguntaba cuánto era, pero no me lo decían, solo que la deuda no dejaba de aumentar. Nos quitaban el dinero y nos daban a la semana 200 euros, pero nos cobraban esa cantidad dos veces al mes de alquiler. Nos quitaron el DNI y el móvil. Solo podíamos llamar dos veces al mes. Había que pedir permiso para salir y nunca íbamos solas", añadió. Las jornadas de trabajo en el Delphos o el Model's eran interminables: desde las cuatro de la tarde a las cinco, las seis o las siete de la mañana. Lo poco que ahorraba lo mandaba a su madre. Se marchó con 100 euros.

Tanto esta testigo como la Sylvestra S. B. corroboraron las violaciones de los hermanos, y también los abortos forzados. "Yo tuve que hacerlo dos veces", aseguró Sylvestra. Esta mujer admitió que a ella no la trajeron forzada. "Quedamos en que iríamos al cincuenta por ciento, pero cuando llegamos me dijeron que si no les daba todo el dinero me mataban y me mandaban a casa a Rumanía en una maleta", dijo.

Alexandra I. S. -cuya familia denunció su desaparición en Rumanía- aseguró que fue violada por los hermanos. A preguntas de Judith Gómez, de Vox Legis -defensora A. CH., una de las mujeres prostituidas y a su vez acusadas-, Alexandra I. S. aseguró que los Sandulache "tenían piercings en el pene, y así hacían más daño cuando violaban; se los hicieron en la cárcel". Otra testigo, Sabina M. G., se negó a declarar, puesto que pareja de uno de los hermanos y acaban de tener un hijo.

La fiscal Adoración Peñín pidió la lectura de la declaración de otra testigo que no compareció, que en su día dijo haber sido herida en una mano con una catana por los Sandulache. El letrado de éstos, Ricardo Álvarez Buylla, pidió la impugnación del testimonio, puesto que fue tomado en Rumanía sin presencia de los defensores. También trató de desbaratar los otros testimonios. En el caso de la testigo protegido, indicando que en realidad se trataba de una persona distinta de la que decía ser. La jueza María Luisa Barrio ordenó su identificación. En el de las otras dos, confrontándolas con las declaraciones en las que exoneraron a los Sandulache. Ellas dijeron que ahora contaban la verdad. Y Alexandra I. S. explicó sus motivos: "Quiero que se haga justicia y no vuelva a pasar lo que nos pasó a nosotras. Tenía y tengo miedo de salir a la calle. Un día me encontraron en los Prados y me escupieron, aunque había orden de alejamiento. Por eso tuve que marcharme de Asturias". De hecho, el juicio por quebrantamiento está pendiente.