Daniela Sandulache, hermana de los hermanos Sebastian y Cristian Alin, era la encargada de enseñar a las "chicas nuevas" las artes de la prostitución, o al menos es lo que han venido declarando las mujeres que trabajaron para el clan rumano. Pero no quedaba ahí la cosa. La mujer acompañaba a las jóvenes explotadas a los locutorios para que llamasen a sus familias o enviasen dinero. Era ella la que llevaba los documentos de identidad, y también el dinero. Las "esclavas" de los Sandulache se dirigían a ella incluso para comprarse un refresco, porque ellas no llevaban nada encima: se lo habían quitado todo.

No obstante, la mujer no está acusada en este juicio, el mayor de trata de personas que se haya celebrado en la región. Judith Gómez, de Vox Legis, intentó en la primera jornada del juicio que se abriesen diligencias de investigación contra la hermana, tras la declaración de las acusadas, su defendida, Á. Ch., y A. G. M., a la que asesora María Jesús Sánchez Obeso. La magistrada María Luisa Barrio cortó este intento, pero presumiblemente se solicitará durante los informes finales.

En la jornada de ayer, varios testigos, entre ellos los propietarios de dos locutorios de Oviedo, que fueron investigados en su día, aunque exonerados posteriormente, no supieron explicar cómo pudieron los Sandulache remitir a Rumanía, a través de Western Union, ingentes cantidades de dinero. Los envíos eran de madrugada -coincidiendo con el cierre de los clubes- y todo indica que usurpaban la identidad de clientes de los locutorios que habían hecho envío a países como Cuba, Venezuela o Uruguay. Estos clientes negaron ayer haber enviado dinero a Rumanía, y los dueños de los locutorios, quienes aseguraron que nunca realizaron esos envíos, porque cerraban antes de la medianoche.

El juicio, que durará hasta marzo, continúa hoy jueves con la declaración de los agentes que participaron en la operación contra los Sandulache a lo largo del año 2013.