Lo que él hizo el viernes por la tarde, cuando se topó con un accidente en la calle Juan de Borbón de Murcia, "es lo que debería hacer todo el mundo", tiene claro Miguel Zaragoza, un agente de la Policía Nacional que salvó a una chica de 25 años a la que un coche había seccionado ambas piernas.

El policía, natural de Aljucer, no estaba de servicio y se disponía a ir con su esposa de compras. Fue entonces cuando "de sopetón" vieron el siniestro vial. Y a una mujer en el suelo, sangrando abundantemente. El agente no se lo pensó dos veces. "Vimos el accidente y paramos el coche para ver si podíamos auxiliar a alguien. Al ir corriendo, vi a la chica entre los dos coches, tirada en el suelo y con las piernas seccionadas", rememora.

Rápidamente, "cogí mi cinturón y se lo puse para sujetar en la pierna que más sangraba", explica el agente. El objetivo, contener el flujo de sangre y evitar que la joven perdiese más de la que ya había perdido. "Para la otra pierna, pedí a mí mujer su cinturón. Pero era flojo y se partió. Entonces vino otra chica, me dio su cinturón y ya me quedé yo con los dos", manifiesta el héroe.

La víctima, mientras tanto, "estaba consciente, aunque en estado de shock", narra Zaragoza. "Le apreté el torniquete y llegó a decirme que le estaba haciendo daño", recuerda al respecto.

Todo comenzó con un pequeño choque por alcance, sólo de chapa. Cuando los ocupantes de los vehículos (uno de ellos, la víctima) se bajaron a hacer los papeles, otro coche que circulaba les arrolló sin querer. Y la mujer se llevó la peor parte.

Miguel Zaragoza recuerda que en el lugar se encontraba también el padre de la víctima. "Le dije que se pusiera detrás de ella, para que se apoyase", con el fin de que los muslos, por donde había sido el corte producido por el vehículo, "no tuviesen contacto con el suelo", concreta.

Además, relata que la víctima "me abrazaba, me hablaba, perdía un poco la consciencia", apunta el policía. Todo pasó en apenas diez o quince segundos.

Por su profesión, el agente tiene formación en primeros auxilios. Es más, "hace poco nos dieron un curso sobre cómo hacer torniquetes", apostilla. "Tengo pensado echarme un par de torniquetes en el coche", por si vuelve a presenciar algo similar.

Zaragoza, que trabaja patrullando por la ciudad de Murcia, llega a plantearse, horas después del suceso, "si podía haber hecho algo más", incluso "si podría haber dicho a alguien que se acercara con hielo" con el fin de preservar los miembros para luego intentar reimplantárselos a la joven. Estuvo con la víctima hasta que llegó la ambulancia. "la doctora me dijo que le había salvado la vida. No habría aguantado", manifiesta este héroe.

Poco después del suceso, el agente recibía las felicitaciones de sus superiores. "Me fui a mi casa sin ser consciente de qué había hecho", dice.