Rosangela Almeida dos Santos, de 37 años, fue enterrada a finales de enero tras morir, según los médicos, por un "shock séptico después de dos paros cardiacos" en Bahía (Brasil). Pero resultó que no había muerto en el hospital, sino que lo hizo en el ataúd, del que intentó sin éxito salir, según el diario británico "Daily Star". La mujer sufría desmayos, para lo que tomaba medicinas "anticonvulsivas". Tras un ataque mortal -en principio-, fue enterrada. Pero a los 11 días, los residentes cercanos al cementerio aseguraron escuchar gritos y golpes en la tumba. Al abrirla, encontraron a la mujer muerta, pero aún caliente, además de señales de haber intentado salir del féretro.