La técnica de laboratorio del Hospital de Arriondas acusada de intentar envenenar a dos compañeros de trabajo se sienta el miércoles en el banquillo del Juzgado de lo penal número 2 de Oviedo sin haber arrojado luz a las motivaciones que la llevaron a inyectar diversas sustancias -ácido, vinagre y sangre- en las botellas de agua de las víctimas. Ante la Guardia Civil, y ante las pruebas acumuladas contra ella, optó por no explicarse. Haya sido una venganza por un ascenso a coordinadora al que se creía con más derecho por llevar más tiempo en el laboratorio y que recayó en una de las víctimas, o una consecuencia del estrés por la excesiva carga de trabajo, el caso es que C. N. C. se enfrenta a penas de hasta cinco años de prisión, que es lo que piden las víctimas, un año más que el ministerio público. El fiscal pide además indemnizaciones de 12.000 euros, que las víctimas elevan a 18.000.

La defensa, a cargo de Alejandro Riera, se agarrará previsiblemente al hecho de que las supuestas acciones de la acusada no llegaron a causar un daño irreparable a la salud de sus compañeros. Y es que solo llegaron a estar en contacto con el agua contaminada en un par de veces, dándose cuenta de inmediato de que estaba en mal estado y escupiéndola. Ya sobre aviso de que alguien podía estar ensuciando el agua, no llegaron a probarla. Terminaron denunciado los hechos. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Llanes instaló cámaras ocultas que desvelaron por fin el misterio, que causó un gran escándalo.

No hubo ciertamente daños físicos, pero sí psicológicos. El hecho de desconocer quién les estaba envenenando el agua y descubrir luego que era su compañera de trabajo generó en las dos víctimas -un hombre y una mujer- una fuerte ansiedad y unos efectos que aún perduran, según manifiesta su letrado, Antonio Peralta. Ambos estuvieron un tiempo de baja. Y en abril del año pasado, una de las víctimas presentó una denuncia después de C. N. C. se saltase la orden de alejamiento que dictó la instructora del caso.

Los episodios de envenenamiento se extendieron desde marzo de 2016 hasta justo el 23 de septiembre, la fecha en el que fue sorprendida inyectando en la botella de agua de su compañera "un líquido de aspecto sanguinolento". Su objetivo, considera el fiscal, era "atentar contra su integridad moral y personal". El comportamiento de la técnico de laboratorio fue "reiterado" y también afectó a otro compañero de trabajo.

Según el escrito de acusación, la mujer inyectó en dos ocasiones ácido clorhídrico (salfumán), nocivo para la salud en determinadas concentraciones. Otras dos veces inyectó "vinagre, y en otra sangre, bien humana o de algún animal". Los análisis realizados en diferentes laboratorios de Asturias y Madrid determinaron que el agua de los intoxicados contenía sustancias como salfumán, acetona, vinagre y sangre. No se hallaron restos de virus o bacterias potencialmente peligrosos, lo que hubiese agravado el tipo penal hasta el punto de ser acusada de homicidio en grado de tentativa.

La técnico de laboratorio saltó en las últimas semanas a las primeras planas después de que se conociese que había entrado a trabajar en una residencia de la tercera edad de Llanes. El conocimiento por parte de las autoridades de esta circunstancia motivo su despido. La mujer se encontraba en periodo de prueba, sin derecho a indemnización. La mujer ha intentado encontrar un trabajo para hacer frente a las fuertes indemnizaciones a las que deberá hacer frente en caso de que resulte condenada.