El empresario castrillonense acusado de dos delitos contra la Hacienda Pública en 2008 y 2009, blanqueo de capitales y falsedad documental mediante empresas pantalla y "truchas" -sociedades tapadera escurridizas sin actividad real-, se ha declarado autor de todos los hechos y ha aceptado seis años de cárcel, frente a los diez y medio que le pedía la Fiscalía, y una multa superior a 27 millones de euros. Según su abogada, Carla Vaquero, del despacho Voxlegis, lo ha hecho para "sacar a su familia de todo esto". J. A. M. M. salió directamente del Juzgado hacia el centro penitenciario de Asturias, a petición del fiscal.

El acuerdo entre las defensas, Fiscalía y Abogacía del Estado incluía una considerable rebaja de la pena para los padres y la pareja del acusado.

El pacto incluyó la absolución de su exmujer, representada por el letrado José Manuel Fernández González; de su hermana y su cuñado, a los que representó Celestino García Carreño, y otros tres amigos del acusado, quien declaró que actuó a espaldas de todos ellos y que desconocían sus actividades.

El padre y la madre del acusado reconocieron haber recibido dinero en metálico de su hijo, por lo que la condena se rebajó a cinco meses y 29 días cada uno. La pareja de J. A. M. M., a la que se acusó de complicidad, aceptó cinco meses y 29 días de prisión por cada delito contra la Hacienda Pública, en 2008 y 2009, y dos meses y 29 días por blanqueo de capitales. A todos ellos se les mantuvieron las multas.

El acusado dio por válido el relato de la Fiscalía, según el cual J. A. M. M. montó cuatro empresas legales, que actuaban como pantalla y otras ocho, las "trucha", que carecían de actividad alguna. Estas últimas eran las que aparentemente compraban material informático en otros países extracomunitarios, con lo que se ahorraba el pago del IVA intracomunitario. Luego vendía el material a las otras empresas de su propiedad.

La legislación establece que las empresas compradoras deberían haber pagado el IVA, pero no lo hicieron, y se esfumaban del radar de Hacienda. A continuación, eran las empresas "pantalla" las que vendían el material informático a otras compañías o usuarios finales. Al no abonar el IVA, no sólo se ahorraba dinero, sino que además podía ofrecer precios mucho más bajos que sus competidores.