El menor y autor confeso de la muerte de la joven de Castrogonzalo (Zamora) Leticia Rosino atacó a la mujer impulsado por un violento ataque de ira, pero no la agredió sexualmente, según confesó y recoge el informe forense preliminar, que no detectó indicios externos de intento de violación. El menor negó la agresión sexual y dijo haber actuado por un arranque de violencia bruta.

Poco después de las 4 de la tarde del viernes 4 de mayo, el menor tuvo un incidente con su padre cerca de casa. El padre golpeó a su hijo con una fusta. El chaval habló de una paliza; su padre dijo que le pegó levemente. Tras el incidente, el chico habría cumplido la orden paterna de subir el rebaño a pastar cerca de una fábrica de quesos, como otras veces.

Tras subir la loma, cruzó la carretera con el rebaño, se adentró en una parcela lindante con la fábrica y dejó a las ovejas pastando. Luego se tendió, junto a la carretera, sobre la hierba. Eran las cinco y media de la tarde. No pasó tampoco mucho tiempo cuando por la carretera llegó su padre con el tractor. El padre entró en la explanada, aparcó el vehículo, bajó y se dirigió a su hijo. Le advirtió de que tuviera cuidado de que las ovejas no se desmandaran. Luego se fue andando.

Tras marcharse su padre, siguió tumbado en la cuneta. Alrededor de las seis y cinco de la tarde apareció Leticia caminando. Cómo y qué motivó el ataque y la descarga de ira con la mujer, o si medió palabra con Leticia, no ha trascendido, pero el chico confesó que se incorporó, le agarró del cuello, le tapó la boca y la obligó a cruzar la carretera. El chaval, pese a la complexión de Leticia, fue capaz de forzarla a recorrer forcejeando casi 50 metros. Al final, Leticia perdió las zapatillas intentando zafarse a patadas. Detrás de una pista deportiva, el muchacho la golpeó con una piedra en la cabeza. Luego la siguió desplazando y golpeando hasta que acabó con su vida. Le arrancó una prenda de vestir para envolver con ella la última piedra y la lanzó lejos, arrojó el cuerpo por el barranco, entre la vegetación, y se lavó las manos en un abrevadero.