Lucile García era una mujer comprometida, responsable en Lieja de la Asociación de Padres de Hijos Víctimas de la Carretera (Parents d'enfants victimes de la route, ASBL), que reúne a unas 600 familias que perdieron a sus vástagos en accidentes de tráfico. En su caso, Lucile sufrió el fallecimiento de un hijo de 21 años, hace una década, y había decidió sublimar el dolor entregándose a la causa de la seguridad y el apoyo a los padres golpeados por la tragedia. "Ella llevaba el corazón en la mano", aseguró Michelle Moreau, voluntaria de la ASBL. "Desde hacía poco, era la persona de contacto para los padres en la región de Lieja", añadió. "Primero se unió a nosotros como una madre que necesitaba ayuda. Luego nos contó su deseo de ayudar a los demás a su vez. Ella había comenzado a recoger los testimonios de los padres. Era una persona que tenía un gran deseo de ayudar a los demás. Realmente la disfrutamos".

Casada desde hace poco con su compañero, Patrick Hagelstein, con el que tenía una relación de 14 años, tenía otro hijo, de 29 años, y una nieta. Con su marido solía participar en carreras de coches clásicos. Y se la puede ver en alguna de ellas, de copiloto de su marido. Una afición que se ha visto truncada por la locura terrorista.

La agente de origen asturiano tuvo dos hermanas: Isabel, fallecida hace unos años, y Ana, una conocida gestora cultural belga, que durante dos décadas fue comisaria general de la Feria del Libro de Bruselas, y ello a pesar de su origen español. Ana García es una organizadora de eventos de armas tomar que ha recibido el sobrenombre en alguna ocasión de "La pasionaria" de la Feria de Libro, por su fuerte carácter y defensa a ultranza de los criterios de calidad, una actitud que le hizo ganarse algunos enemigos en el mundo de las letras belgas. En 2015 abandonó la Feria para organizar otros eventos culturales.