El obispo más joven de Europa. En agosto de 1965 -hace ahora justamente medio siglo- a un joven sacerdote manchego de apenas treinta años le cayó casi por sorpresa la responsabilidad de presidir una diócesis andaluza y pobre, Guadix. Allí estuvo cuatro años hasta que Gabino Díaz Merchán fue nombrado arzobispo de Oviedo.

En las memorias del arzobispo emérito, concedidas en 2009 a este periódico, Gabino Díaz Merchán (Mora de Toledo, 1926), contaba una anécdota que definía al prelado que le nombró en 1965. "El cardenal de Toledo era Pla y Deniel, una persona ya muy mayor. El día del nombramiento preguntó a las personas que estaban a su lado: ¿son ya las doce? Sí, le respondieron. Pero ¿son las doce en todos los relojes?... Pues Gabino, obispo de Guadix".

Gabino Díaz Merchán, aquel treintañero con doctorado en la Universidad de Comillas y tendencia al trabajo a destajo, está a punto de cumplir 90 años, vive en Oviedo, en la Casa Sacerdotal y se confiesa débil y cansado. Sabe que tiene por delante un mes de septiembre que incluye alguna celebración especial, que asume con deportividad cristiana.

Guadix. Lejos en el tiempo pero cerca en la memoria y el sentimiento. "Era una diócesis de emigración", que en los cuatro años que tuvo a Díaz Merchán como obispo perdió el 25% de su población. La gente se marchaba a las grandes ciudades y a los núcleos industriales, entre ellos Asturias. "La escasez de medios era total", recordaba Merchán en sus memorias a LA NUEVA ESPAÑA. Su sueño en Guadix fue crear un seminario menor, pero la firma del ministro de Vivienda nunca llegó. Por entonces el Gobierno tenía en mente un plan absurdo: crear una universidad en Covadonga. Había un fondo consignado de 60 millones de pesetas. El plan le había llegado en su momento al predecesor de Díaz Merchán en el arzobispado ovetense, Vicente Enrique y Tarancón, que probablemente no le prestó mucha atención.

El arzobispo Pla y Deniel pasó a la historia como un gran apoyo de Franco en el seno de la Iglesia del momento, pero Merchán recordaba que aquel hombre íntegro y frío no tuvo inconveniente en espetarle al dictador: "Excelencia, no me pidan más consejos para leyes en el escaparate". Pla había colaborado en la elaboración de la Ley Fundamental del Movimiento, un primer atisbo de reconocimiento de derechos humanos, que el régimen tenía poco interés en preservar y el arzobispo se lo afeó al mismo Franco.

Una carta pastoral de Don Gabino en Guadix defendía las libertades sindical y de asociación. Revuelo. Quizá por eso el gobernador en Asturias, Mateu de Ros, le esperó en 1969 con la mosca tras la oreja. Nunca fueron amigos, aunque Díaz Merchán nunca tuvo enemigos.