Presidente del Principado

Javier Fernández

La patria abierta

El Día de Asturias nos convoca hoy a todos. Una vez más, quiero que las primeras palabras de este mensaje busquen a los que lo están pasando mal. A los millares de personas sin empleo, a las forzadas a la emigración para encontrar un trabajo, a las víctimas de la violencia de género, de la injusticia. A todas ellas y a quienes sufren graves problemas personales o familiares, les quiero expresar la solidaridad y el compromiso del Gobierno del Principado.

Estamos en los prólogos de una nueva legislatura. Nos aguardan cuatro años en los que el Gobierno de Asturias se empeñará en afrontar esas dificultades y superarlas para que esta tierra continúe siendo lo que en tantas ocasiones la ha caracterizado: un referente indiscutible de progreso, libertad, justicia y solidaridad.

Hay palabras que se devalúan con el uso, a las que se las manosea hasta vaciarlas de contenido. Les aseguro que cuando apelo al diálogo lo hago con toda mi convicción y plenamente consciente del significado, con el convencimiento de que esas metas que acabo de enunciar sobrepasan a un gobierno por voluntarioso y decidido que sea, pero resultan alcanzables para el esfuerzo común y sostenido del conjunto de la sociedad asturiana, diversa, plural y fuerte.

Este llamamiento al entendimiento incluye también un ruego: no consintamos que las pequeñas miserias nos hurten los triunfos colectivos. Sobra espacio para que la discrepancia conviva con los grandes acuerdos necesarios para apuntalar nuestro futuro.

Asturias es una comunidad autónoma segura de su identidad. De su historia, sin necesidad de reescribirla con recreaciones míticas; de su pertenencia a ese espacio político compartido que se llama España; de su vinculación europea. Son cuestiones de las que debemos sentirnos orgullosos. Al conmemorar nuestra festividad celebramos también esos rasgos que nos definen. Somos una comunidad abierta, inclusiva y, contra lo que tan a menudo se repite, con clara vocación de transitividad.

Hemos de estar también orgullosos de nuestra calidad social. De haber sido capaces de tejer una buena red de servicios públicos y derechos sociales, con la sanidad y la educación a la cabeza, que cimientan la mejor fortaleza posible contra la desigualdad. Orgullosos también de contar con una sociedad con nervio, exigente y participativa; de haber edificado una buena y modesta arquitectura institucional que cada día ha de ser más transparente y abierta; de haber protegido de forma ejemplar nuestro patrimonio natural.

Tenemos que estar orgullosos, en fin, de que Asturias sea un lugar donde merezca la pena vivir.

Este Día de Asturias, reitero, nos convoca a todos. A quienes estamos aquí y a quienes desde otras partes de Europa y de América, desde las geografías más lejanas, se unen a esta celebración. A la fiesta de su tierra, de la patria abierta a todos que no precisa negar ni rechazar a nadie para afirmar su identidad.

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