Alberto Menéndez

Renovación socialista

Las listas electorales como síntoma regeneracionista

Tres meses más y de nuevo a las urnas. Y, como siempre, el primer partido en elaborar su programa de actuaciones con la vista puesta en los comicios es el PSOE. Una premura que en esta ocasión está más justificada, si cabe, que nunca. Las elecciones generales que presumiblemente se celebrarán a mediados de diciembre es probable que acaben convirtiéndose en la primera fase de la renovación del socialismo regional. Javier Fernández ya ha dicho que ésta será su última legislatura en el Parlamento autonómico y ha dejado entrever que, igualmente, tiene intención de dejar la secretaría general de la Federación Socialista Asturiana en el próximo congreso autonómico, previsto para 2016.

Lo normal es que la predecible profunda renovación en el seno del socialismo asturiano se vislumbre ya en las próximas listas electorales al Congreso y al Senado. No sólo para ir preparando el cambio en la cúpula dirigente del partido, sino porque así parece que lo quiere el nuevo secretario general, Pedro Sánchez. Es fácil presuponer que éste pretenda colocar a gente de su generación y de su confianza en los puestos de salida de las candidaturas, caso de Adriana Lastra, que forma parte de la ejecutiva federal del PSOE. Que habrá un rejuvenecimiento de las listas nadie lo pone en duda, aunque por supuesto ello no implicará que no haya continuismo. No es Javier Fernández un político dado a cambios radicales.

Pero la renovación realmente importante no es tanto la de las candidaturas electorales como la de los máximos responsables de la FSA. El próximo congreso regional de los socialistas será realmente novedoso si es que finalmente Javier Fernández decide ceder ya el testigo a otro secretario general. El PSOE asturiano, por primera vez desde la instauración de la democracia, no está controlado por el influyente grupo del SOMA-UGT que encabezaba José Ángel Fernández Villa. Cuando Javier Fernández fue elegido secretario regional de la formación en el año 2000 había una guerra sin cuartel entre los dos sectores tradicionalmente enfrentados en la organización, el de las Cuencas y el de Gijón. Ahora ya no. Esa división no existe. Pero precisamente por eso, por el liderazgo absoluto que representa Javier Fernández, su sustitución va a resultar, seguro, muy dificultosa. Y, quizás, también tensa.

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