Hace unos días leíamos en la prensa opiniones de integrantes de los grupos municipales y de jóvenes representantes de partidos políticos sobre la necesidad de la reforma de alguna norma cívica en vigor y más en concreto sobre todo lo relacionado con el "botellón". Buscar una mayor flexibilidad, no coartar la libertad de los jóvenes, consensuar una nueva redacción, etcétera. Yo invitaría a estas personas "a disfrutar" de una noche en compañía de más de 100 jóvenes, de ambos sexos, incluidos algunos menores de edad, que, con la excusa de la verbena de La Guía, degustaban enormes garrafas de bebidas alcohólicas hasta altas horas de la madrugada. Hasta aquí casi todo parece casi normal y en línea con el disfrute y uso de la libertad que defienden los citados representantes. Lo malo y lo que sufrimos los ciudadanos de la zona fue que esta reunión acabó degenerando con jóvenes subiéndose a las vallas de las viviendas, claros estados de embriaguez, montones de orines en aceras, entradas a garajes, basura, cristales rotos y superar claramente el horario de celebraciones en lugares públicos. Todo lo que pasó infringe varios artículos de la ordenanza municipal de protección de la convivencia ciudadana y prevención de actuaciones antisociales. A pesar de las llamadas telefónicas no fue considerado por la Policía Municipal como merecedor para que una patrulla se diera una vuelta por la zona. Eso sí, un grupo de funcionarios municipales de Emulsa trabajó duro y durante algunas horas, en festivo, para dejar la zona pública presentable. La zona privada tuvo que esperar que una empresa de limpieza lo pudiera adecentar un día después. Señores políticos, la libertad de pasarlo bien termina cuando se coarta la libertad al descanso, la libertad de beber termina cuando no se sabe comportar ofendiendo a personas y causando daños a bienes privados y públicos. Las cosas sólo tienen un nombre y podemos adornarlo como se quiera pero el fondo sigue siendo el mismo. Ustedes tienen la obligación de regular y establecer normas para todos los ciudadanos, no tan sólo para quienes les puedan votar o para respetar sus ofrecimientos populistas de las campañas electorales. El problema se debe resolver ya, para que no terminen pagando justos por pecadores y entre aquellos incluyo a los jóvenes que saben disfrutar de la vida sin molestar a otras personas.