Siempre se ha hecho, es cierto, pero quizás llegó el momento de que unas elecciones generales no acaben paralizando las instituciones autonómicas. Hay tiempo para todo. En las actuales circunstancias políticas, suspender plenos de la Junta General del Principado no sería bien visto por la ciudadanía. Y con razón.
No se entiende por qué una campaña electoral de ámbito nacional tiene que entorpecer el normal funcionamiento del Gobierno y del Parlamento asturianos. Pero es verdad que durante muchos años los partidos dieron preferencia a lo nacional sobre lo regional.
Todo es compatible. Pero si no lo fuera está claro que los partidos de aquí están obligados a anteponer los intereses de la autonomía a los de las direcciones estatales de sus formaciones. Son unos comicios generales y lo que está en juego es la gobernabilidad de España. Por supuesto que las elecciones del 20 de diciembre son trascendentales para Asturias y para los asturianos, pero en nada les va a ayudar que todos los políticos de la comunidad autónoma se vuelquen en las legislativas. Los que lo deben hacer son quienes forman parte de las listas electorales. Ésos son los que tienen que esforzarse en trasladar los mensajes de las organizaciones a las que representan, con el respaldo, por supuesto, de los cargos orgánicos. Es decir, que es obligado distinguir entre candidatos y dirigentes de partido, por un lado, y cargos institucionales, por otro. Si se hace, y se hace bien, no tiene por qué haber interferencias del proceso electoral en la actividad de los órganos de gobierno y parlamentario del Principado.
Aunque, claro, lo más cómodo sería suspender las actividades de la Junta General para dedicarse todos en exclusiva (incluidos los parlamentarios e incluso miembros del Gobierno) a hacer campaña. Se hacía así, pero ahora, visto con perspectiva, era un exceso. Con proyecto de Presupuestos o sin él, el Parlamento autonómico debe seguir funcionando con normalidad. Si alguien tiene que hacer trabajos extras que los haga.
