Xuan Xosé Sánchez Vicente

Por un papelín

Con alguna frecuencia, la Administración es más bien un desarreglo, una Desadministración. Y no me refiero ya a las vueltas y revueltas que, por norma, tiene que dar un particular bien para arreglar un papel, bien para aportar un documento que la Administración tiene en su poder; o a las esperas de meses para obtener un permiso o realizar una inversión.

Lo curioso es que oímos permanentemente discursos sobre la "nueva Administración" y la digitalización al servicio de los ciudadanos. Pero luego resulta que la red se colapsa o que los documentos digitales resultan en ocasiones difíciles de rellenar, sino imposibles; o que inducen a confusión -según he apuntado, aquí en La Nueva España, en relación con los permisos de quema-.

Pero en ocasiones la Desadministración llega al esperpento. Resulta, por ejemplo, que en Avilés, después de lustros de haberse programado y prometido, aún no funciona en su totalidad el saneamiento. Falta por completarse con el colector industrial.

(A propósito del retraso habitual de tanta obra, he apuntado que las momias teverganas, que nunca han llegado al término de su ciclo como humanos, bien pudieran ser uno de nuestros emblemas identitarios).

Pues bien, ahora resulta que, acabado hace cuatro años dicho colector (16 kilómetros y 18 millones), no se pone en marcha porque falta un papelín. El papelín en cuestión lo reclama de la Confederación Hidrográfica la Consejería de Industria y aquella asegura que ya lo tiene esta desde hace meses. Pero el papelín no aparece.

¡Qué tiempos aquellos en que, en vez de la mensajería instantánea de Internet, un bedel se desplazaba de organismo en organismo a llevar los mensajes! En una mañana llegaban a su destino, y el funcionario aún tenía tiempo de detenerse a tomar un café, contemplar las obras callejeras y echar una parrafada.

Y es que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.

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