José A. Ordóñez

Análisis | Las conexiones aéreas de la región

José A. Ordóñez

Una hoja de ruta para el aeropuerto asturiano

Las conexiones aéreas de la región llevan años entre turbulencias por la ausencia de una hoja de ruta que defina claramente el rumbo a seguir. Falta un plan en el que se detallen con claridad los destinos que necesita captar el Principado y la inversión que requieren (si es que se está dispuesto a pagar), así como los beneficios que reportarían. De ese modo se evaluaría si realmente merecen la pena.

El consejero de Economía, Francisco Blanco, apuntaba hace unas semanas en la Junta General que la mejora de los enlaces aéreos de la región es una de las prioridades de su departamento.

Eso es todo un avance si se tiene en cuenta que su predecesor, Graciano Torre, torcía el gesto en cuanto se le preguntaba por lo que él definía como "los dichosos aviones". Llegó a quitar hierro a la salida de Ryanair de Santiago del Monte -lo que dejaba a la región sin vuelos baratos con Madrid y Barcelona- asegurando que para Asturias sería mucho peor que cerrara la empresa Alsa.

Años antes, allá por 2004, Ana Rosa Migoya, a la sazón entonces consejera de Cultura y Turismo, puso en duda la conveniencia de que la región contara con unas buenas conexiones con Inglaterra poniendo sobre la mesa el siguiente argumento: "El que pasa el fin de semana en Londres no va a Taramundi".

Tal y como está hoy el mercado (y sin que haya escampado la crisis económica), una región envejecida y de apenas un millón de habitantes como Asturias tiene prácticamente imposible aumentar su cartelera internacional de vuelos sin insuflar combustible económico a los aviones. El Gobierno regional, tras unos años en los que se negó en redondo a incrementar sus aportaciones a las aerolíneas a través de convenios de colaboración turística, ha cambiado de opinión y hoy destina 2,3 millones anuales a las conexiones aéreas. A esa cantidad hay que sumar los 700.000 euros que abonan en dos anualidades la patronal y los ayuntamientos de Oviedo, Gijón y Avilés a Volotea por la apertura en Santiago del Monte de su primera base en España.

Asturias paga. Y no poco. Pero los expertos transmiten la impresión de que lo hace sin un criterio claro, por el simple hecho de captar las rutas que estén al alcance de la mano y sin pararse a analizar a fondo si realmente es lo que se necesita. Y lo que se requiere para rentabilizar esa importante inversión, afirman los especialistas en transporte aéreo, son conexiones con grandes centros internacionales de vuelo ("hubs") de compañías que operen en red y que permitan enlazar de forma rápida y sencilla con centenares de destinos de todo el mundo. Nadie duda de que los vuelos de ocio están bien, pero tampoco de que no tienen la misma relevancia para la economía de Asturias que mejorar la ruta con París, lograr un segundo enlace a Gran Bretaña, llevar el destino en Londres del aeropuerto de Stansted al de Heathrow o abrir una conexión con Fráncfort. Esas claves se echan en falta en la hoja de ruta del aeropuerto para despejar su futuro.

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