De la singular organización de nuestra emigración en el mundo, especialmente en América, donde se desarrollaron colectividades convertidas en verdaderas instituciones de ayuda mutua, destaca una sobre todas las demás, por la ambición de su proyecto y por su cometido de ayudar a las personas que menos tienen: la Asociación Civil Club Tinetense Residencia Asturiana, con sede en Buenos Aires.
No fueron pocas las dificultades, y como ironías de la vida, algunos de los que en su día dudaron de esta empresa colectiva, luego fueron acogidos como residentes. Hoy la institución que presidía Venancio Blanco no es solo referente para las colectividades asturianas, lo es también para las españolas, y recibe ayudas y apoyos del Gobierno y ayuntamientos del Principado, pero también del Gobierno de España.
Venancio comprendió muy bien que empezamos a morir cuando dejamos de crecer, por eso en cada visita se afanaba en explicar las nuevas ampliaciones, la mejora de las instalaciones, el ensayo de nuevas modalidades para residentes, la inversión en la atención médica. Siempre con nuevos proyectos. Pero también demostró que no hay nada más fuerte que la voluntad humana. En los últimos años hablaba de forma pausada pero tenía en la cabeza cada aspecto de la institución que presidía. Dedicó gran parte de su vida -aunque no se llamaba rescate social- a lograr que aquellas personas que no tenían posibilidades económicas, tuvieran no solo un lugar donde residir, también un ambiente familiar y una atención de calidad. Y lo hizo, con un grupo de personas entregadas y comprometidas, con su familia siempre apoyando, de forma totalmente desinteresada. Recibió múltiples distinciones, pero sobre todo consiguió el reconocimiento general.
En Guevara, esquina con Dorrego, muy cerca del cementerio de La Chacarita, permanecerá para siempre la labor de Venancio. Y en su reconocimiento, continuar el apoyo al Club Tinetense Residencia Asturiana, La Tinetense como todas la conocíamos, es nuestro mejor homenaje.
