Senador del PP por Asturias

No todo vale

Los socialistas han dado en el Senado más dinero, tiempo y medios a los independentistas catalanes

El pasado día 9 de enero, el Portavoz socialista en nuestro Parlamento regional, Fernando Lastra, publicaba un artículo de opinión que titulaba "Las Cortes por asalto o por orden: Las estrategias tramposas en la constitución de los grupos parlamentarios del Congreso". En él que analizaba si un Grupo Parlamentario, el de Podemos, podía dividirse en cuatro, y en el que se manifestaba partidario de una solución ajustada a la letra del reglamento del Congreso, alejada de los criterios de oportunidad que se establecen en cada legislatura para solventar tal o cual problema de uno u otro partido, casi siempre con contrapartidas varias.

Esos criterios de oportunidad para obtener algo a cambio a los que se refería Fernando Lastra, y que muchísimos compartimos, son precisamente los que solo cinco días después, el gran perdedor de las elecciones, Pedro Sánchez, anuncia que hará saltar por los aires al ceder cuatro senadores socialistas a los independentistas catalanes para que tengan su propio grupo parlamentario en el Senado, y de esta manera poder reivindicar desde la Cámara Alta, con más medios, dinero, iniciativas y tiempo la ruptura de España.

Los senadores vivimos en directo durante la sesión constitutiva del Senado cómo los senadores de la izquierda republicana catalana y los de la antigua Convergencia de Pujol y Mas prometieron la Constitución española por imperativo legal en espera de que se establezca la república catalana. A estos es a los que Pedro Sánchez, el derrotado, cede senadores para que a cambio le apoyen en una investidura, o al menos se abstengan en la votación, pues gratis ni unos ni otros dan nada.

No puedo entender cómo cuatro senadores, no independentistas -alguno fue Presidente de una Comunidad autónoma- se presten a formar parte de grupos independentistas, aunque solo sea un segundo, y mucho menos después de jurar o prometer acatar la Constitución española que en su artículo segundo se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. Los electores que con sus votos eligieron a estos senadores o los parlamentos que los designaron no lo hicieron para cometer un fraude y muchos menos para colaborar en las pretensiones ilegales de los independentistas.

Yo creo que en política, como en cualquiera otra faceta de la vida, no vale todo, y que hay cosas que se pueden explicar y entender, pero otras son inexplicables. Esa cesión de senadores a quienes solo trabajan por irse de España, por mucho que unos pocos, muy pocos, socialistas, intenten justificarla en simple cortesía parlamentaria, tratando de engañar a los españoles, no solo es inexplicable, sino que es indecente, pues todos sabemos que lo que Pedro Sánchez intenta es anteponer su deseo de conseguir lo que los ciudadanos no le dimos con nuestros votos, ganar las elecciones y poder ser Presidente del Gobierno de España, a la unidad de nuestro país y a la estabilidad y recuperación económica que está en marcha.

Coincido plenamente con un destacado dirigente socialista en considerar absolutamente indeseable cualquier tipo de colaboración activa o pasiva con los grupos independentistas, pero no solo eso: estamos viviendo un auténtico fraude electoral, los españoles no han votado ni para que Cataluña se marche de España, ni para que se celebren referéndums de autodeterminación, ni para que quien ha perdido claramente unas elecciones y ha cosechado el peor resultado de la historia del PSOE, anteponga su futuro a todo eso.

Los españoles han votado para que 253 diputados y más de 200 senadores que somos los que representamos a fuerzas políticas nacionales -que al menos hasta ahora teníamos muy claros donde estaban los límites- trabajemos por España, por su unidad, por su progreso, por su recuperación económica y laboral, por su educación, por su sanidad, en definitiva, por muchas e importantísimas materias. Pero ninguno hemos sido elegidos o designados para colaborar activa o pasivamente en romper nuestra histórica nación.

Pedro Sánchez se cansó de pedir en la campaña electoral un voto más que el Partido Popular para formar gobierno. Decía el 21 de noviembre en la presentación de su programa electoral que si ganaba el PP con un voto más que el Partido socialista habría continuidad, pero que si ganaba el PSOE con un voto más al PP habría cambio político en España.

El resultado electoral es que no ha ganado el PSOE por un voto más, ha ganado el Partido Popular por un millón setecientos mil votos al Partido Socialista y a su candidato Pedro Sánchez, que sí ha ganado el peor resultado de la historia del PSOE. Por tanto, siguiendo las palabras de Pedro Sánchez, el PP tiene toda la legitimidad para continuar en el gobierno, en minoría, y con acuerdos con otras fuerzas políticas y por supuesto con el PSOE, que es lo que se ha votado en las urnas el 20 de diciembre.

Termino coincidiendo con Fernando Lastra en que la política no es ni vieja ni nueva: es buena o mala, es correcta o incorrecta, y los gobiernos se pueden tomar por orden de los ciudadanos con sus votos, o por asalto que es lo que pretende el perdedor Pedro Sánchez, con estrategias tramposas que ponen en riesgo nada más y nada menos que la fundamental unidad de España. No ser respetuoso con las normas, retorcerlas y alterarlas a conveniencia resulta una contradicción insoportable, y por eso espero que estas ideas que seguro comparte una mayoría de los dirigentes socialistas y la inmensa mayoría de los votantes deberían de servir para que lo que los ciudadanos votamos hace solo un mes no se pase por el capricho de quien antepone todo a su insoportable intento de cambiar los resultados y sentirse ganador en la derrota, en vez de entender que España se juega mucho en estos tiempos. Y ya se sabe que lo que mal empieza...

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