Catedráticos de Sanidad Animal

La tuberculosis animal tiene solución, también en Asturias

Claves para la correcta aplicación del programa de erradicación de la enfermedad en la región

La ganadería en Asturias podemos considerarla como una actividad estratégica. Además de ser una importante actividad económica, aporta más del 80% de la producción agraria, es un importante factor de estabilidad económica en comarcas poco industrializadas generando importantes beneficios indirectos como el paisajístico y de conservación al contribuir al mantenimiento del paisaje y al aprovechamiento sostenible de los pastos. Uno de los mayores enemigos de esta actividad lo constituyen las enfermedades infecciosas, particularmente aquellas que son compartidas con los humanos. No olvidemos que los ganaderos son productores de alimentos, y como tales, tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad de sus productos.

A este respecto, la tuberculosis bovina es una de las enfermedades que más inconvenientes está causando a la ganadería española. Esta enfermedad crónica, además de los problemas de salud pública que produce en países con tuberculosis endémica sin programas de control, causa importantes pérdidas económicas por disminución de la producción, decomisos en matadero y de forma muy significada por las restricciones al comercio por limitar el movimiento de animales vivos y sus productos en los rebaños infectados.

Para situar el problema es necesario conocer algunos aspectos básicos. Las bacterias causantes de la tuberculosis son capaces de sobrevivir durante algún tiempo en el medio ambiente, pero sólo se multiplican con éxito cuando infectan a los mamíferos. Vacas, cabras, ovejas y cerdos entre los domésticos y jabalíes, ciervos, gamos y tejones entre los silvestres son hospedadores preferentes para este bacilo. En Asturias, pese a que se han investigado muchos ciervos y gamos, sólo se ha detectado tuberculosis en jabalíes y en tejones. En cualquier caso, la tuberculosis animal no es solamente un problema de ganaderos. También merma la producción de caza mayor y puede infectar al oso. En consecuencia, a los sectores de la caza y la conservación también les interesa su control.

El programa nacional de erradicación de tuberculosis bovina, aprobado por la Unión Europea, (http://rasve.magrama.es/Publica/Programas) ha permitido reducir la proporción de rebaños bovinos positivos de cerca del 20% en los años 70 a menos del 2% en la última década. Asturias en particular es una de las regiones españolas con menor prevalencia de tuberculosis. De acuerdo con el citado programa nacional, ésta se sitúa actualmente alrededor del 0,3% de los rebaños, cuatro veces por debajo de la media nacional.

La principal herramienta del programa es el examen anual de los bovinos mediante una prueba llamada "intradermotuberculinización" (IDTB): los individuos positivos desarrollan signos de inflamación a las 72 horas de inyectarles un reactivo en la piel del cuello (la tuberculina), estableciendo el programa que todos los animales reaccionantes deben sacrificarse en un plazo máximo de 15 días.

A pesar del éxito de los programas, la visión de los ganaderos afectados es pesimista. Observan que año tras año sus rebaños son analizados, los animales positivos eliminados, y pese a ese esfuerzo la tuberculosis continúa presente. En algunos casos, los ganaderos observan que en las inspecciones en el matadero muchos de sus animales IDTB-positivos no presentan lesiones y que a partir de ellos no se cultiva la bacteria responsable. Esto ha dado lugar a la interpretación de que la prueba IDTB no funciona. ¡Falso! Aunque ninguna prueba diagnóstica acierta al 100%, la IDTB ha permitido erradicar la tuberculosis animal de amplias zonas de Europa, Norteamérica y Australia. La explicación a la no detección de lesiones tuberculosas en matadero en Asturias en este momento, hay que buscarla en la existencia de un importante número de animales infectados no enfermos, sin lesiones o enfermos con lesiones no detectables por el veterinario de matadero, y a partir de los que es prácticamente imposible cultivar la bacteria.

Entonces, si la prueba diagnóstica funciona, ¿por qué en algunas explotaciones -las menos- siguen apareciendo vacas positivas cada año? La respuesta no es sencilla y seguramente admite tantos matices como explotaciones ganaderas hay en Asturias. Los estudios científicos, sin embargo, han permitido identificar algunos factores de riesgo, con frecuencia relacionados con una incorrecta aplicación del programa de erradicación:

1. Mantener bovinos infectados en la explotación por no investigar todos los animales censados, por no hacer correctamente la IDTB o por no eliminar los animales sospechosos del rebaño. Es necesario medir y observar cuidadosamente el punto de inyección antes y después, para lo que hay que contar con profesionales motivados, formados e implicados. El diagnóstico de la tuberculosis es un acto clínico solo realizable por veterinarios y por tanto sometido a todas las normas deontológicas de la profesión.

2. No disponer de instalaciones adecuadas (mangas de manejo, etc.) para la correcta realización de las pruebas.

3. Comprar o intercambiar bovinos, o compartir pastos o aguas con otros rebaños de sanidad no contrastada en los que existan reactores. En la Cordillera Cantábrica, esto incluye especialmente los pastos compartidos.

4. Presencia en la explotación, o en explotaciones colindantes y pastos compartidos, de otras especies domésticas infectadas.

5. Contacto directo o indirecto (charcas, comederos, prados) con especies silvestres infectadas. En Asturias, principalmente tejón y jabalí.

La tuberculosis es un problema complejo, rodeado de mitos. Es, además, un problema de todos, no de la administración, siendo el sector ganadero el principal beneficiario de la correcta aplicación del programa de erradicación. La correcta aplicación del programa es la salvaguarda de los ganaderos y sus animales frente a esta enfermedad. Gracias a él, más del 99% de los ganaderos asturianos, pueden sentirse seguros y mover libremente sus animales y productos derivados por toda la Unión Europea y otros países con los que comerciamos.

Lo peor que podemos hacer en este momento, es cuestionar un programa que ha sido consensuado por todas las administraciones implicadas, que tiene el aval de la Unión Europea y en cuya elaboración han participado los mejores especialistas. Por favor, no lo utilicemos como arma arrojadiza para el debate político. Además de confundir y generar dudas en los ganaderos, sería un suicidio desde el punto de vista sanitario, ambiental y económico.

Urge por tanto ayudar a los ganaderos con problemas. Si todos los actores implicados (administración, ganaderos, cazadores y conservacionistas, científicos?) abordan el problema de manera conjunta, asumiendo que la tuberculosis debe controlarse en todas las especies animales implicadas, domésticas y silvestres, habremos avanzado mucho. Por ejemplo, debemos ampliar la vigilancia a las especies domésticas no-bovinas, así como incrementar los muestreos y controles en la fauna silvestre.

Los ganaderos deben aprovechar al máximo los programas oficiales de erradicación, poniendo todos los esfuerzos de su parte. Pueden además complementar esos programas con la implementación de mejoras de bioseguridad en sus explotaciones. Por ejemplo, es posible reducir los riesgos de contacto con otras especies planificando bien la alimentación suplementaria y el uso de los pastos, y protegiendo los establos y almacenes de alimento. Afortunadamente además, España y Asturias en particular, lidera la I+D internacional para el control de la tuberculosis, cambiando dogmas y generando herramientas innovadoras. El reto está ahí: debemos convencernos de que, entre todos, es posible controlar la tuberculosis.

Lucas Domínguez es catedrático de Sanidad Animal y dirige el Centro VISAVET de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (www.visavet.es) en la Universidad Complutense de Madrid. Christian Gortázar es catedrático de Sanidad Animal y dirige el grupo de investigación Sanidad y Biotecnología (www.SaBio-IREC.com) en la Universidad de Castilla-La Mancha.

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