Ya es que ni ponen interés en demostrar que es posible un acuerdo que facilite la gobernabilidad de España. Es como si los partidos políticos ya se hubieran hecho a la idea de que un pacto en condiciones, con los votos parlamentarios suficientes, es imposible en las actuales circunstancias, y que lo mejor es dejar el futuro del país al albur de unas nuevas elecciones en junio. No hay otra manera de entender la indolencia negociadora, la cachaza, de la que están haciendo gala los representantes políticos, tanto de la vieja política como de la nueva.
Todos los grupos están muy atentos a lo que señalan los numerosos estudios demoscópicos sobre la opinión que tienen los ciudadanos del actual desaguisado político. Pero no para hacer autocrítica o para buscar vías alternativas para salir del actual bloqueo, sino sólo con el objetivo de saber si la estrategia de cada uno de ellos es o no la más adecuada para mejorar los resultados en unos hipotéticos comicios dentro de poco más de tres meses.
Hay un acuerdo PSOE-Ciudadanos y hasta ahí parece que pueden llegar los acercamientos entre unas fuerzas y otras. No da la sensación de que vaya a haber más cesiones por parte de nadie, y menos de Podemos, que es lo que lleva buscando el líder socialista, Pedro Sánchez, desde el mismo día en que aceptó el ofrecimiento de Felipe VI para intentar ser investido presidente del Gobierno.
Según las últimas encuestas, el partido que lidera Pablo Iglesias no está acertando en sus planteamientos, aunque también es cierto que esta presunta fuga de votos del partido morado no tiene reflejo en los resultados del PSOE en los mismos sondeos: se mantiene estable, más o menos como el 20-D. Por contra, el que sí saca provecho de su actitud abierta al diálogo y de su pacto con los socialistas es Ciudadanos, que de nuevo pasaría a ser la tercera fuerza política del país, superando a Podemos.
Y, claro, mientras la desidia negociadora se mantenga en Madrid aquí, en Asturias, desgraciadamente, tampoco se moverá nada.
