Diputada de Podemos en el Congreso

Y que entre todo el mundo

La actividad parlamentaria entendida como el estímulo de la participación inclusiva

La semana pasada, aprovechando las vacaciones escolares, tuve la suerte de que mi familia se acercara a Madrid y visitara el Congreso, quitando esa soledad que todas las semanas, por la distancia geográfica, una nota. Cuando mi hijo, de tres años, se sentó en mi escaño del hemiciclo me preguntó si ese era mi sitio. Le respondí que en los plenos me sentaba ahí, pero que era el sitio de muchas personas. Podemos hacer hermosas frases sobre el cambio - por lo visto, los últimos que se consideran el cambio son los propios miembros del gobierno en funciones, que mucho no está funcionando, por otra parte- y la regeneración democrática. Pero entiendo que hablar de otra manera de hacer política tiene que ver con saber que las decisiones son colectivas, que los posicionamientos no son propios sino comunes y que la voz será de la una, pero es una voz cedida, en mi caso, a más de 130.000 asturianas y asturianos.

Y como creo que el ejercicio de coherencia es de las pocas cosas que nos libra de repetir errores y nos permite mirarnos al espejo sin mayor sonrojo, no podemos hablar de participación sin hacerla efectiva. El gobierno en funciones del Partido Popular no está funcionando, pero la actividad parlamentaria sí, hasta el punto de que una siente que vive -verán, es de este terreno del que provengo- en un rodaje audiovisual continuo y diario. Son muchas ya las iniciativas que se han llevado y no es poco al aprendizaje, porque esta institución tan nuestra revela a quienes acabamos de llegar lo poco que sabemos de ella, por muy de toda la ciudadanía que sea y por mucho que atraviesen las decisiones que se toman allí nuestras vidas. Y urge, de todo lo trabajado, propuesto y desarrollado estas semanas, dar cuenta a todas las personas que han confiado en nosotras para representarlas y trabajar dentro del Congreso.

Hoy sábado rindo cuentas en casa, en la ciudad en la que vivo -y donde ya no paso todo el tiempo que me gustaría, aunque esa ausencia la lleve con orgullo y alegría-, ante las mías y los míos, que no son otras personas que quienes se sientan llamadas a asistir. A hablar de todo lo que estamos trabajando e intentando. A decir en voz alta que quizás la mayor parte no pueda llegar a término, porque no, claro, ya lo sabíamos, no nos lo ponen fácil. Decir esto en voz alta y reconocer sin fraudes.

Hablar de las fisuras que existen dentro de esas dinámicas férreas que excluyen, pero que se pueden subvertir. Contar también lo pequeño, lo anecdótico que no lo es -porque hace un tiempo que entendimos que lo personal es político-, y cómo nos relacionamos con los demás dentro de la Institución revela también qué proyecto de país, qué proyecto d'Asturies, tenemos y defendemos.

Se puede usar el término "participación", que si no facilita la información para hacer esa participación inclusiva y efectiva, no será más que un engaño. Se puede decir "transparencia", pero si no abrimos un diálogo bidireccional, en el que las preguntas tengan su vuelta del viaje con respuestas, en el que el caldo de cultivo de todo no sea otro que la honestidad; no será más que una mentira adornada.

Entre los días 14 y 16 de este mes preguntaremos a la ciudadanía, y como ciudadanía responderemos, a si queremos apoyar un gobierno Rivera-Sánchez (y sí, el orden es importante y elocuente y honesto con lo que se dijo en la reunión a tres del jueves pasado). Y preguntaremos si seguimos pensando que un gobierno de cambio y progreso ha de contar con la presencia de Izquierda Unida-Unidad Popular, Compromís y Partido Socialista. Y seguiremos ese mandato, porque eso dijimos desde siempre, porque sostenemos que nuestra salud democrática sólo será más que palabras bonitas si entramos en diálogo continuo, no cada cuatro años, no delegando y mordiéndonos la lengua. Ha pasado el tiempo de elegir entre lo malo y lo menos malo. Hemos llegado para levantar la voz y ponerla en común, no para discutir en soledad frente al televisor.

Formar parte de un proceso en el que podamos todas vivir con dignidad no es sólo una posibilidad, es la responsabilidad que nos brinda nuestro tiempo, de lo que nos tocará responder más adelante ante quienes están por venir.

Fuera ya del Congreso, mi hijo mira las puertas flanqueadas por los dos grandes leones. Me pregunta si esa puerta no se abre. Pienso en que sí, que ha de abrirse para que entre todo el mundo.

Compartir el artículo

stats