Están los políticos españoles tan obcecados por sus propios problemas, por intentar explicar lo inexplicable, por buscar argumentos para justificar sus desencuentros antes que explorar caminos nuevos hacia el diálogo y el hipotético acuerdo que en muchas ocasiones no se percatan de sus graves equivocaciones, de sus estrategias carentes de toda lógica.
Así, por ejemplo, ¿alguien se podría creer realmente que los militantes, los simpatizantes de Podemos, iban a dar el visto bueno a un acuerdo de gobierno con el PSOE y Ciudadanos? Entonces, ¿para qué lo hacen?, ¿es o no es este enredo, o más bien engaño, vieja política?
Todo lo que está sucediendo en España en los últimos meses, tras las elecciones del pasado 20 de diciembre, es vieja política. Al menos eso es lo que perciben los ciudadanos. Si algo se hubiera regenerado se habría encontrado una vía para el diálogo y la gobernabilidad de España. Todos los partidos, todos, son responsables de lo sucedido. Sus artimañas no les han servido de nada. ¿Para qué una consulta tan tramposa como la de Podemos?
El partido de Pablo Iglesias y el que lidera Pedro Sánchez no han negociado en ningún momento desde los comicios. ¿Para qué entonces todo el teatro de semanas y semanas? Sólo para una cosa, para concurrir a las elecciones de junio arrogándose cada uno de ellos la representatividad exclusiva del diálogo, responsabilizando al otro de la ausencia de acuerdos. Vieja e inoperante política, que sorprende sobre todo en el caso de una formación tan nueva y "renovadora" como Podemos.
Hace ya muchos meses, desde el verano pasado, que los dirigentes socialistas asturianos proclamaron que el acuerdo con el partido morado no sólo sería imposible en el Principado sino también en España una vez celebrados los comicios legislativos. El objetivo de Pablo Iglesias, señalan, es convertirse en el líder de la izquierda más votado y no en facilitar que Pedro Sánchez presida el Gobierno. Según la ejecutiva regional del PSOE lo intentará el 26-J.
