Soy padre de dos niños mellizos de dos años y medio que tendrían que empezar al cole el próximo septiembre. Durante este mes de abril ha tenido lugar la solicitud de admisión en los distintos colegios para el próximo curso. Cuando vives este proceso en primera persona te das cuenta de que el proceso de asignación de plazas en los distintos centros públicos o concertados carece de toda justicia y proporcionalidad. El hecho que más puntos te da a la hora de entrar en un centro u otro, al margen de tener un hermano en el mismo colegio, son los llamados puntos de zona (por domicilio familiar o laboral); sin ellos las posibilidades reales de entrar en un colegio son excepcionales, lo que lleva a los padres a empadronarse en casa de tíos o abuelos o incluso a darse de alta como autónomo para poder cambiar su domicilio laboral y así multiplicar las posibilidades de entrar en el colegio de tu primera elección.

Pero ¿qué ocurre?, que las diferentes zonas en las que está dividida la ciudad de Oviedo no son proporcionales ni en población ni sobre todo en el número y calidad de colegios públicos o concertados que ofrecen; así, en un área como en la que yo resido se puede optar a tres colegios, como son el Buenavista I y II o el San Ignacio, mientras que otra como la denominada zona 1.1 cuenta con hasta seis, cuatro concertados (Teresianas, Santa M.ª del Naranco, Auseva y Loyola) y dos públicos (Parque Infantil y San Pedro de los Arcos). Más aún, un colegio como el San Ignacio, sobre el que en teoría nosotros tendríamos prioridad por la zona, no es exclusivo de nuestra área sino que también es colegio de zona del área contigua.

En resumen, que las posibilidades de entrar en el colegio escogido por las familias en primer lugar disminuyen radicalmente en función del sitio donde vivas y depende de la suerte que hayas tenido en el famoso sorteo de la letra.

Pero ¿por qué ha de haber puntos de zona?, ¿por qué no puede decidir una familia llevar a sus hijos a un colegio más lejos de su casa, si éste es el que prefiere por otros motivos al margen de la proximidad, como su oferta educativa, actividades extraescolares, criterios religiosos o simplemente por haber sido un antiguo alumno?, ¿por qué no hay una zona única? Y si por algún motivo que a mí se me escapa tiene que haber necesariamente diferentes áreas de influencia, ¿por qué no se definen éstas de acuerdo a criterios más justos de proporcionalidad en lo que a población y oferta de centros se refiere?

El 25 de abril se publican las listas provisionales. La suerte está echada.