Es inaudito. Sí, inaudito, inconcebible... Nuestros hijos tienen una jornada escolar de 09.00 a 17.00 horas y no entendemos cómo pueden llegar a casa con semejante carga de trabajo. La gran mayoría de los días es una jornada laboral más dura que la de muchos adultos.

¿Para qué van al colegio si casi todos los días hay que explicarles las tareas en casa? Pasan de un tema a otro a una velocidad pasmosa, les mezclan el tema de las medidas de peso, longitud, etcétera, con los porcentajes, no han dado nada de números negativos y en los exámenes les caen problemas de densidad absoluta y relativa en Sociales cuando en Matemáticas no les han explicado ni visto absolutamente nada. ¿Quiénes son los encargados de preparar los temarios de esos libros de texto? ¡Ojo!, que estamos hablando de niños que la gran mayoría tiene una capacidad de aprendizaje sorprendente y una capacidad de trabajo increíble. Y lo de las clases particulares o de apoyo, que cada vez las necesitan a más pronta edad. En los cursos tienen profesores que les imparten más de una asignatura y siendo conocedores de que en algunas de sus materias tienen examen al día siguiente. ¿Cómo les pueden atiborrar de deberes de otras? ¿Realmente departen entre ellos para ver el volumen de trabajo que estos niños llevan a sus casas? ¿Consensúan el qué o el cómo para mandar dicha carga de trabajo? ¿Piensan en si estos niños tienen tiempo para jugar, que es una actividad importantísima para su desarrollo? No señores, no hacen nada. Lo peor de todo esto, una vez más, los que pagan el pato de semejante desmán y de estos trabajos forzados que no les sirven para nada, más que para no aprender e ir a la cola de otros países generándose un estrés innecesario con este sistema educativo lamentable, son los niños y dentro de este mismo saco unos libros de texto sin pies ni cabeza y una docencia que ante todo debe estar preparada y debe de ser vocacional.