Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias

Un referente de la Justicia asturiana

Gota Losada deja una huella imborrable por su intensa dedicación y minucioso trabajo

Cuando uno se enfrenta a un papel en blanco para recordar la figura de alguien con el que has tenido una relación a lo largo del tiempo, con el que has compartido tantos momentos, se corre el riesgo de que todo lo que se cuente parezca un tópico. Y no me gustaría que estas palabras hacia Eduardo Gota Losada se queden sólo en eso. Su intensa dedicación y su trabajo minucioso merecen sin duda el mayor de los reconocimientos, no sólo ahora, en el momento de su despedida. En el Tribunal Superior de Justicia que presido, siempre se le ha tenido muy presente como un referente incuestionable de la Justicia asturiana.

En nuestros primeros encuentros como profesor y alumno en la Facultad de la Universidad de Oviedo ya pude comprobar su pasión por la ciencia jurídica, en unas clases en las que mostraba toda su sabiduría de una forma amena y didáctica con la que llegaba a sus alumnos sin ninguna dificultad. Posteriormente, cuando volví a Asturias en 1979 como juez de distrito de Llanes, él ya era presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Asturias, compuesta por ilustres magistrados y que gozaba de gran prestigio en el ámbito del Derecho Administrativo.

En 1989 se constituyeron los Tribunales Superiores de Justicia, y Eduardo Gota fue nombrado su primer presidente, permaneciendo en el cargo hasta su jubilación en agosto del año 2000. Cuando en 1994 me incorporé como miembro electo de la Sala de Gobierno del TSJA tuve ocasión de conocer aún más su gran valía profesional, a la que se unía una gran cordialidad en el trato, lo que hacía de él un hombre excepcional.

Como ejemplo de su personalidad puedo contar que en todas aquellas reuniones de Sala de Gobierno nunca fue necesario llegar a la votación de ninguno de los acuerdos. Con su gran capacidad de consenso y su vocación dialogante hizo posible que todo se aprobara por unanimidad a pesar de que, como es natural, en los órdenes del día hubo durante tantos años numerosos asuntos complejos.

Cuando tuvo que dejar de ser presidente, siguió ligado a la actividad jurisdiccional del TSJA como magistrado emérito durante cinco años, en los que pudimos seguir disfrutando de su sabiduría jurídica. Y mientras su salud se lo permitió, continuó asistiendo tanto a los actos solemnes del Tribunal como a los encuentros más informales, por ejemplo en Navidad, en los que todos gozábamos con su simpatía y su portentosa memoria que le permitía recordar hasta el más mínimo detalle de cualquier acontecimiento vivido.

En el momento de su fallecimiento, que lamento profundamente, aunque conocía su delicado estado de salud que le impidió desarrollar su vida en plenitud en los últimos tiempos como a él le hubiera gustado, no puedo decir más que, como actual presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, me siento muy honrado de haber podido conocerle y haber compartido con él tantos momentos inolvidables.

Sin duda, deja una huella imborrable en este TSJA que los que aquí nos quedamos intentaremos seguir para estar a la altura de su legado, cosa prácticamente imposible.

Compartir el artículo

stats