Catedrático de Derecho Civil. Defensor Universitario

Una persona inolvidable

Homenaje de gratitud a una trayectoria vital guiada por el afán de servicio a los demás

Acaba de fallecer la que fuera Vicedecana de la Facultad de Derecho durante más de 15 años y luego Decana en funciones. Yo tuve la fortuna de compartir muchos momentos de trabajo e ilusiones con ella. Me distinguió, como a cuantos lo precisaban, con su amistad y consejo. Su carácter abierto y comprensivo hacia todos, su laboriosidad infatigable, su inteligencia e iniciativa constituyen un modelo vivo que nos ilumina.

Aprendí mucho de su quehacer sensato y certero, guiado por el afán de servicio a los demás. Sus compañeros del claustro de profesores y del personal de administración y servicios hemos sido testigos de su entrega constante, generosa y desinteresada, ofrecida con una sonrisa en los labios y sin pedir nada a cambio. Su dedicación en favor de los alumnos fue un ejemplo para quienes disfrutábamos de su compañía. Me siento muy honrado de haber podido aprender tanto de su conducta recta y del sentido común que derrochaba en su impecable juicio.

Era una persona de las que dejan huella. Irrepetible. Aunaba la belleza exterior con la interior. Por sus sabias manos pasaron muchos proyectos emprendidos en la Facultad bajo sus auspicios. Los llevó a cabo con algo más que un mero sentido del deber o de la responsabilidad. Lo realizaba desde su convencimiento profundo de hacer el bien. El homenaje de gratitud que se merece brota de inmediato al pensar en su denodada tarea.

Sin embargo, lo más importante son las lecciones de humanidad que nos ha dispensado. Su familia -Antonio su marido; sus hijos Santiago, Juan Luis e Inés; y su hermana Mercedes- fue referente prioritario de su existencia. Tuvo hueco en su gran corazón para recibir las amistades que supo cultivar con esmero y cariño. Fue amable, sincera y desenfadada; de trato elegante y dispuesta para quitar hierro a las tensiones y acritud a las ofensas. Supo perdonar como solo pueden hacerlo las almas grandes.

Dice la canción que cuando un amigo se va algo se muere en el alma y no le falta razón. Quienes asistimos a su lucha tenaz y heroica contra las dolencias hemos recibido a su vez una lección que no podremos olvidar. Puede decirse sin temor a exagerar que María José es inolvidable.

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