Antes contábamos con el fútbol y el coche para que el hombre pudiese mostrar sus peores instintos. Hoy podemos añadir el conseguir la primera fila de playa. A primera hora vemos bajar a los mayores de la casa, con su gorra de ballestas X y su camiseta descolorida que en su momento anunciaba algo, eso sí con la sombrilla y las sillas de playa, antes a mano, hoy con carrito, para conseguir la ansiada primera fila de playa. Una vez lograda, se retiran a por el pan del desayuno para el resto de la familia. Así uno puede ver a las primeras horas de sol toda la línea de mar ocupada por sombrillas y sillas abandonadas a su suerte.

Tengo entendido que en algunas playas se recogen aquellas que estén vacías y se impone una multa, en la mayoría de los casos a título decorativo, pues los enseres recogidos no tienen el valor de la multa.

He sido testigo de verdaderos tumultos por 15 centímetros de playa o por poner sus aposentos delante de las hamacas privadas del Ayuntamiento, a igual que en el fútbol; o un adelantamiento que con las bajas pasiones se convierte primero en miradas y después en insultos y comentarios tratando de que los demás hagan causa común contra el extraño. Es cierto que las playas en verano, y sobre todo en agosto, en las zonas de Mediterráneo se han convertido, con perdón, en una merienda de negros. Ésta es otra de las ventajas de las playas del Norte, que, debido a las subidas y bajadas del mar, no existe una zona delimitada de primera línea de mar, aparte por supuesto de que primero tiene que haber sol, y de eso más bien poco, por no decir que nada.

Hago mía, con perdón, una frase, creo, de Luca de Tena. Él hablaba de Madrid. Oviedo, en verano, Baden-Baden, sin calor, con amigos, sin agobios de dónde pongo la toalla, por desgracia es un lujo al que sólo pueden acceder los que no disponen de dinero y los jubilados. Cuando uno es joven y tiene niños, debe supeditarse a sus vacaciones y buscar el sol en esos dos meses, pero los años dan libertad e inteligencia para huir de las masificaciones. Y lo digo desde el centro del tumulto, la Costa Brava. Soy de la opinión de que las primeras filas de las playas deberían ser acotadas para familias con niños pequeños, para que éstos jueguen en la orilla del mar y sus padres no se sientan los vigilantes de la playa. Cuando mis hijos eran pequeños, era de los que luchaban por esa primera fila de playa, y me sentía como Cristóbal Colón cuando clavaba en la arena el pendón de Castilla.