Ser docente de Educación Secundaria (quizá es lo mismo si uno es profesor de Primaria o de Universidad, no lo sé) en Asturias es toda una odisea. Ahora explico por qué me parece que es así. Septiembre, día 1. Llegas al centro por la mañana para examinar a los alumnos que no han aprobado la asignatura y que han tenido que estudiar durante el verano para volver a examinarse ahora.

Hasta aquí todo normal, pero las cosas cambian en unos pocos minutos, cuando te das cuenta de que hay profesores que tienen que hacerse cargo de sus exámenes y de todos aquéllos que pertenecen a los profesores interinos que no han venido a evaluar a sus alumnos porque la Administración ha decidido dejarles sin contrato estos días de septiembre, sin tener en cuenta que para los alumnos que no han aprobado en junio el curso no ha terminado aún y que tienen que ser evaluados ahora de nuevo. ¡Cómo se puede uno olvidar de algo así! Supongo que será por despiste porque no creo que pueda hacerse a propósito tal despropósito.

Hasta hace dos años los alumnos siempre habían sido evaluados por los profesores que les han impartido clase durante todo el curso, ya que son quienes conocen bien su trayectoria y evolución, pero hace dos años la Consejería de Educación decidió no prorrogar los contratos de los interinos durante esos días de septiembre si no se les había adjudicado plaza en la primera convocatoria de profesores interinos realizada a finales de agosto.

Mi jefa de departamento, Carmen, que es muy organizada, ya había previsto que los profesores de plantilla tendríamos que hacernos responsables de todos esos alumnos que no tendrían a sus profesores en el centro para examinarles. Mis exámenes empezaban a las cuatro de la tarde, pero tuve que estar toda la mañana ayudando a una compañera que estaba haciéndose cargo de sus pruebas y de las de otros profesores interinos. Acabamos de examinar a las dos y media de la tarde. He de dar las gracias a esta compañera, Rosa, por quedarse hasta las cuatro de la tarde, sin ir a comer a su casa, y ayudarme a mí con los míos; sin su apoyo no podría haber hecho frente a los exámenes de los alumnos de la tarde, a los que ni siquiera conocía, más los míos. Conseguimos finalizar las pruebas de evaluación a las ocho de la tarde. Como nosotras dos estuvo todo el profesorado de nuestro departamento, haciéndose cargo del trabajo de todos aquellos compañeros que no están con nosotros por no haberles prorrogado el contrato durante estos primeros días de septiembre.

En un momento determinado tuvimos que salir del aula de examen por turnos a elegir los grupos del curso 2016-2017 y a firmar algún que otro papel. Ante nosotros tenemos un largo fin de semana para corregir todas las pruebas.

Yo me hago la siguiente pregunta, ¿realmente sería tan costoso pagar a los profesores interinos unos días en septiembre para que los alumnos que han suspendido sean evaluados por los profesores que les han impartido clase todo el curso, y que son quienes les conocen? Si realmente importaran los alumnos, y los profesores también, las cosas serían totalmente diferentes, ¡pero así es la vida en Asturias últimamente!

Me gustaría poder escribir algún día una carta que fuera totalmente diferente; hablando de apoyo por parte de la Administración, de profesores suficientes para cubrir todas las necesidades del alumnado. La vida sería mucho más justa simplemente gastando un poco más de dinero en algo que mejora dramáticamente el funcionamiento de un centro educativo. También hemos de pensar que para mejorar la calidad de la educación ha de dotarse de dignidad a la profesión docente. Y esa dignidad implica invertir dinero siempre, no sólo en época electoral.

Gracias a los profesores por ser como son y a los alumnos por el comportamiento exquisito que han mostrado. Ojalá el curso que acaba de comenzar haga pensar a nuestra Administración educativa en todo aquello que se puede y se debe mejorar, y de una vez por todas se lo tomen en serio y lo hagan.

Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer esta carta.