Xuan Xosé Sánchez Vicente

Los límites del pueblo (o de la gente)

Allá por los años ochenta, los problemas de la red ferroviaria en la salida a la meseta constituían uno de los temas persistentes del debate político (hasta representantes de la Xunta llegamos a intervenir en las Cortes para posar allí el huevo de nuestra demanda). Pues bien, en un momento determinado LA NUEVA ESPAÑA realizó un reportaje entre los viajeros. Todos estaban de acuerdo: el peligro de los túneles, los retrasos, las averías? había que cambiar aquello. Pero cuando a una persona, joven, se le preguntó por "la variante de Pajares", respondió: "¡Ah! Eso es cosa de los políticos".

He ahí una lección: fuera de su percepción inmediata, el ciudadano pierde la perspectiva, y las propuestas abstractas, salvo que sea impelido por una propaganda irresistible, quedan lejos de su interés.

Hace un par de meses el PP realizó una encuesta entre los xixoneses sobre la tramitación del PGO. El Plan General de Ordenación de la ciudad es una materia que lleva lustros ocupando páginas y bites: en primer lugar, porque, paralizado una y otra vez por sentencias judiciales, provoca daño económico y parálisis en la actividad, desempleo, pues; después, porque los partidos xixoneses llevan todo ese tiempo, como insaciables macacos lujuriosos, agitándose para culparse unos a otros.

Ahora bien, ¿qué dice la encuesta? Que, a pesar de tanto ruido, la mayoría de los ciudadanos no tiene ninguna información sobre la actual tramitación del PGO. ¿Qué significa eso? Pues, además de confirmar la primera lección, una segunda: la gente, y con razón, no tiene interés ninguno en ocuparse de la cosa pública más allá de las votaciones. Está a sus cosas y espera que los elegidos solucionen los asuntos de la ciudad.

He ahí la razón por que ni siquiera en los partidos de la agitación participa apenas la gente, tras las urnas: "Trabajen ustedes y no nos den la lata", vienen a decir.

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