Por supuesto que socialistas y populares pueden seguir acusándose mutuamente de ser los responsables de que España se encamine hacia unas terceras elecciones generales en el próximo mes de diciembre. Pero ello no sirve absolutamente para nada. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, es quizás el máximo culpable de lo que está sucediendo. Pero no el único, ni mucho menos. La falta de altura de miras alcanza también al máximo responsable del PP, Mariano Rajoy.

Si uno y otro tomaran la decisión de dar un paso atrás, de dejar la primera línea política, probablemente la solución al bloqueo actual de España estaría mucho más cerca. Los casos de corrupción no paran de explotarle en la cara a los populares (el último, el de ayer de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, investigada por el Tribunal Supremo), lo que está facilitando enormemente la labor del sector del PSOE que lidera Pedro Sánchez, el que rechaza cualquier tipo de acercamiento a Rajoy, no sólo por sus políticas, sino, fundamentalmente, por los escándalos en los que se han visto inmersos un gran número de dirigentes populares desde que el actual presidente del Gobierno en funciones está al frente del partido.

En estos momentos, a pocos días de las elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia, es impensable que vayan a producirse movimientos internos en ninguno de los grandes partidos de la política nacional. En todo caso, habrá que esperar a ver lo que pasa en los comicios regionales del próximo día 25 para comprobar si es factible algún cambio.

El número uno de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, uno de los barones del PSOE más cercanos a Pedro Sánchez, abrió ayer la puerta a la posibilidad de que su partido cambie de opinión en caso de que el PP acepte presentar otro candidato distinto a Rajoy a la Presidencia del Gobierno. El rechazo de los populares es, si no seguro, casi. Para que su propuesta tuviera alguna opción de salir adelante los socialistas deberían también mostrar altura de miras. Y por dónde pasa ésta: por sacrificar a Pedro Sánchez. ¿Política ficción? Visto lo visto en los últimos meses, sí. En todo caso, es política. Nada es descartable.