Confieso que no me esperaba gran cosa de la noche de Tino Casal en la plaza de la Catedral. Tampoco me considero un fan acérrimo, de ésos que coleccionan todos los vinilos y los figurines y siguen al cantante desde los inicios (cosa harto difícil, además, puesto que murió antes de que yo naciera). Pero lo que vi me resisto a llamarlo "homenaje". Lo único que podría calificarse como tal fue el vídeo de la SOF de seis minutos (ojo, cuidado, no se vayan a herniar) dedicado a la figura del cantante. Y, siendo generoso, las tres versiones de la orquesta "Assia". El resto fue una gira pack de "Los Secretos" y Loquillo que está dando la vuelta a España, elegida seguramente por su bajo precio. Loquillo fue a lo suyo y un decadente Urquijo destrozó "Embrujada", una de las canciones más conocidas y alegres de Casal, con unos graves más tristes que el futuro laboral de un universitario asturiano.

Muy buen concierto para los fans de los citados grupos, eso sí. Pero realizado en una ratonera que se llenó (la Policía hubo de limitar el acceso) y en la que al fondo se escuchaba poco y se veía menos. La plaza de la Catedral no vale para conciertos grandes. Ni valió nunca ni vale ahora. Hace falta un recinto ferial en Oviedo (qué pena de enorme Fábrica de Armas) o por lo menos usar el estadio, que para eso es municipal.

Igual soy raro, pero en un espectáculo dedicado a Tino Casal tanto mis acompañantes como yo esperábamos alguna canción más suya sobre el escenario o más guiños por lo menos. Será por vídeos, gente que colaboró con él ("Los Archiduques") o que él produjo ("Obús"), que a buen seguro hubiesen participado en estos honores a nuestro David Bowie. Nada de eso. Menos mal que al inefable y mal asesorado (será por programadores culturales) concejal de Cultura, el señor Rivi, se le mojaban los ojos al recordar a su amigo, que si no a saber qué nos hubiera encargado... Visto lo visto, bien podrían haber contratado a Rodrigo Cuevas, que seguro que hubiera hecho los falsetes con más pasión y menos caché.

Aparte de los coloquios y el pseudoconcierto de homenaje, también se podría haber programado una proyección del mítico documental de José Antonio Quirós "Gran Casal, me como el mundo" para recordarlo. Y recuperar la muestra de pintura y diseño que hubo hace dos años en la plaza de Trascorrales, mostrando así una de las facetas menos conocidas del artista. Pero ¿qué podemos esperar de un Ayuntamiento que ha tardado un cuarto de siglo en hacerlo hijo predilecto y casi el mismo tiempo en otorgarle una calle? Será que no hubo tiempo en los veinte años de gabinato vetusto...

En fin, creo que iré mañana al concierto tributo de La Lata de Zinc y, si puedo, me acercaré el fin de semana que viene a Tudela Veguín, su lugar natal, donde han programado una diversidad de actos en recuerdo a uno de los artistas ovetenses más grandes, si no el que más. Eso sí que son homenajes. Y a seguir escuchando "Eloise", que sigue siendo igual de preciosa veinticinco años después.