En junio de 2015 recorrí a pie el Camino Primitivo, entre Oviedo y Santiago de Compostela. Animado por la extraordinaria experiencia que supone el peregrinaje y por la belleza de las montañas asturianas, hace unos días he recorrido el tramo conocido como el de San Salvador, que cubre la distancia entre León y Oviedo. Son cinco días para atravesar uno de los escenarios de montaña más espectaculares de España.

La capital asturiana es el segundo lugar más importante de la peregrinación compostelana. De ella salió el primer peregrino. Y aún hoy resuenan entre los caminantes estos antiguos versos: "Quien va a Santiago / y no a San Salvador / sirve al criado / y olvida al Señor".

A mi llegada a Oviedo he disfrutado enormemente de la visita al recinto catedralicio, que, además, por cortesía del cabildo, es gratuita para los peregrinos con credencial. No obstante, me ha sorprendido que no exista una misa de peregrinos. Asistí a la misa de mediodía en la capilla del Rey Casto, pero se trataba de una eucaristía normal, en la que ni siquiera se hacía mención a quienes han recorrido tantos kilómetros para ponerse a los pies del Salvador.

La misa de peregrinos que se celebra a diario en Santiago es un acto fundamental para quienes terminan su caminata, un broche de oro para el viaje espiritual que supone el Camino. Es una pena que no la ofrezca Oviedo. Al final, resulta que el criado recibe a sus visitantes con más ceremonia que el Señor.