Está claro que el saludo es una muestra de cortesía y educación, así como una forma de mantener las relaciones sociales cordiales y agradables. Nos han sugerido unos amigos/as trasladar por escrito la opinión particular respecto a nuestra disconformidad con la forma de saludo que utiliza medio mundo: besar y dar la mano. Digamos ya que, para nosotros, mejor es el saludo japonés, pues, como se sabe, consiste en una inclinación de cabeza, tan sencillo e higiénico como eso.

Es verdad que en la España nuestra de cada día existe propensión a tocarse y besarse, incluso entre desconocidos. Luego está el abrazo, realizado a veces con cierta ligereza; si bien, en este caso, cabe hacer alguna excepción. El abrazo fraterno habría que reservarlo para ocasiones especiales, como cuando después de mucho tiempo se produce un reencuentro entre familiares o amigos. También con una simple inclinación de cabeza cumples cuando llegas ante un grupo de personas, que si, además, están sentadas, tiene la ventaja de no obligarlas a levantarse todas a la vez.

Nuestra disconformidad sobre los saludos al uso viene de atrás: antes de que las autoridades sanitarias nos anunciaran medidas excepcionales ante la llegada del virus de la gripe A. Entonces, consideraron que lo mejor ante esa amenaza era lavarse las manos a menudo y no tocarse ni besarse. Aquélla era la gran oportunidad para que se tomaran definitivamente medidas de futuro en este sentido. Sabemos que los besucones y besuconas van a discrepar de nuestro planteamiento. Cada cual es libre de opinar y actuar como le venga en gana.

Tanto mujeres como hombres somos muy dados a aplicar las fórmulas arraigadas, a las que hay que añadir ahora los besos boca a boca, con mucha ligereza, y, en un gesto modernista, besos que se funden en los labios entre las propias mujeres y los hombres, incluso sin tener amistad ni afinidad, a bote pronto. Con todo, no queremos dejar de apuntar que cada día son más las mujeres que están o intentan restringir los ya comentados clásicos saludos. Y así, también con frecuencia, muchos hombres no observamos lo que nos advierten las reglas de urbanidad, es decir, que debemos esperar a que la mujer marque la iniciativa del saludo, que puede ser extender la mano u ofrecer la mejilla para un beso o dos. También puede suceder que se abstenga de hacerlo y despache el encuentro con un "¡hola!", o sea, ni mano ni beso. Otro detalle a tener en cuenta al saludar es no mirar hacia abajo, sino a los ojos de la persona a la que se saluda. Y ya aprovechar para decir que no debemos olvidar que las personas amables tienen mejores oportunidades de caer bien a los demás que quienes no lo son.

Otra cosa muy distinta es, e incluso más seria, la fea costumbre de los mayores de besuquear a los niños. Deberíamos evitar besarlos en la mejilla y, mucho menos, en la boca, como ya hemos comprobado en alguna ocasión. En estos casos, lo más indicado será posar los labios en la frente del niño.