Cuando diagnosticaron a mi hijo con 4 años diabetes mellitus tipo 1, jamás pensamos que era una enfermedad tan dura, en la cual tenía que hacerle la glucemia capilar (pinchar en las yemas de los dedos) de unas diez a doce veces al día, y ponerse de cinco a siete insulinas mínimo al día.

Durante ocho meses estuvimos totalmente perdidos, ya que el endocrino que nos había tocado en el hospital público de Oviedo no nos enseñó a calcular, ni a pesar hidratos, ni cómo debíamos afrontar la enfermedad para que mi hijo tuviera una vida sana y normal. Hasta que con la ayuda de la Asociación de Diabéticos de Asturias (Asdipas) nos aconsejaron un cambio al servicio de endocrinología del Hospital San Agustín de Avilés.

Allí, la doctora Isolina Riaño Galán junto con Cristina Rodríguez Delhi y su equipo, Ana y Begoña, nos enseñaron a controlar la diabetes de nuestro hijo, con una buena educación diabetológica, pesando hidratos, ajustando insulinas... Dedicación total, muchas veces extralimitándose en el tiempo con SMS, whatsapp y una paciencia infinita.

Isolina, desde aquí darte las gracias por todo lo que nos has enseñado para que mi hijo haga una vida normal, a pesar de lo duro de su enfermedad. Agradecerte también el trabajo tan importante que haces organizando y colaborando en los campamentos de niños diabéticos, para que esos niños el día de mañana tengan una autonomía propia y aprendan a ser libres en su condición de diabéticos, desconectando de sus padres, muchas veces obsesionados por el control del azúcar, y adquiriendo responsabilidades y siendo consecuentes con las decisiones que toman a la hora de inyectarse insulina.

También darte las gracias por la lucha incansable que realizas para que todos los niños tengan bombas de insulina y agujas de calidad.

Espero que esta nueva etapa en el HUCA sirva para que puedas seguir ayudando a tantos padres que lo necesitamos, y seguir formando a buenos profesionales, que falta hace en este mundo tan complicado de la diabetes infantil.

Siempre te estaremos agradecidos.