Portavoz de IU en la Junta del Principado

Impuesto de sucesiones, intereses y malos argumentos

La necesidad de armonización del gravamen en todas las comunidades para evitar el fraude y la deslocalización

Quiero en primer lugar refutar la descalificación 'ad hominem' del político asalariado para decidir sobre política de impuestos.

Incide el ciudadano José Luis Hevia en el elitismo de la crítica anti política de la representación asalariada, no expresando que la única alternativa sería una suerte de gobierno censitario por amor al arte que solo podrían ejercer los rentistas. Una vuelta al Antiguo Régimen, aunque se disfrace de liberal.

La resistencia de las clases dominantes a lo largo de la historia en contra de los impuestos y en particular sobre el impuesto de las herencias o del capital es tan vieja como ella y forma parte de la lucha de clases. Lo que no es tan viejo es la utilización de las clases medias y trabajadoras como argumento y a veces como mascarón de proa contra el impuesto.

El impuesto sobre la herencia, como el del patrimonio, que es tan viejo como la construcción del Estado, en estos momentos de escandaloso incremento de la desigualdad es más importante si cabe que cuando se estableció, incluso más que en la revolución burguesa frente al antiguo régimen como símbolo del esfuerzo y el ascenso social frente al privilegio de la herencia.

El mantenimiento de ambos impuestos, además de constituir un baluarte de transparencia frente al fraude y la evasión fiscal, son un instrumento básico para contener la transmisión de la desigualdad entre generaciones. Otra cosa es la necesidad de su armonización en España para evitar el fraude y la deslocalización, garantizando su progresividad de forma justa y equitativa.

Sin ir tan lejos como a Egipto, el impuesto sobre Sucesiones y Donaciones se aplica en la inmensa mayoría de los Estados modernos. También en todas las Comunidades Autónomas de España, con las únicas excepciones de Navarra y País Vasco por su especial régimen foral.

No es cierto que el Principado tenga "el impuesto de sucesiones más elevado de Europa". Al menos cinco Estados de la UE superan el gravamen español y asturiano, que se queda a años luz de Gran Bretaña y EE UU, en niveles del 40%; Japón con el 55% y Corea del Sur con el 50%. Sólo cinco de los 27 Estados de la Unión Europea (Chipre, Estonia, Suecia, Chequia y Eslovaquia). Y según el último informe de la Comisión Europea ("Taxation trends in the European Union", página 44), los impuestos sobre la propiedad en porcentaje sobre el PIB son en España tan solo del 1,2%, muy por debajo del 1,5% de la media europea y por detrás de Reino Unido, Francia, Dinamarca, Italia, Grecia, Bélgica y Polonia.

Basta, pues, de demagogia interesada y de argumentos falaces. En Asturias se establece una bonificación del 100% si la base imponible es inferior o igual a 150.000 euros y si el patrimonio preexistente del heredero es inferior o igual a 402.678,11 euros. Además, la empresa familiar y la vivienda habitual pueden beneficiarse de hasta el 99% de deducción.

Aquí tenemos un mínimo exento y en Madrid no lo tienen, de tal forma que una pequeña herencia no paga nada en Asturias, y paga algo en Madrid. Y una gran herencia paga mucho en Asturias, pero en Madrid esa gran herencia sigue bonificándose un 99% y paga muy poco.

El pagar por heredar, por lo menos en Asturias, es algo que está casi exclusivamente reservado para grandes patrimonios. Es un impuesto que no perjudica al ciudadano medio y que sirve, aunque modestamente, a la redistribución de la renta, coge dinero a los más acaudalados para destinarlos a las arcas públicas de la Comunidad Autónoma para financiar el estado social.

Cuando se me invita por último a renunciar a la posición política en favor de la consulta a los afiliados o electores se olvida que precisamente afiliados y electores son los protagonistas del programa fiscal con el que me presenté y fui elegido en las elecciones, sin trampa ni cartón.

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