Los políticos, según parece, no son buenos por ser imaginativos, sino por saber gestionar los problemas de un país. Algunos, además, mejorarían su vocabulario si se aficionaran a la lectura.

Ciertas formaciones políticas cada día se parecen más a una jaula de grillas y grillos. Un día sí y otro también oímos en las noticias que hay que prohibir los medios de comunicación privados; en cuanto a reformar la Constitución de 1978, para algunos sería mucho mejor acabar con la monarquía; otros no dudan en que deben clausurarse los espacios de culto cristiano, y una gran idea para mejorar nuestras vidas, según ciertas mentes iluminadas, sería suprimir del calendario, entre otros, el Día de la Hispanidad... Algunos ilusos quieren destruir la Historia.

A los representantes políticos que impulsan esas propuestas, en mi humilde opinión, les convendría leer "El camino al 18 de julio" (2016), de Stanley G. Payne, donde el autor revisa el deterioro sufrido por la democracia en España y analiza las verdaderas causas que originaron una Guerra Civil, hizo ahora ochenta años. Y deberían leerlo "como beben las gallinas", según decía don Enrique Tierno Galván, "levantando de vez en cuando la cabeza".

No hace falta ser muy listo, en fin, para hallar parecidos entre lo que unos hicieron en la década de 1930 con lo que vemos que ahora hacen sus sucesores. Ahí está la iniciativa de eliminar símbolos religiosos, como hace poco decidió en Langreo el grupo mayoritario que está al frente -de momento- de la Corporación municipal, desalojando del Ayuntamiento la imagen de la patrona del concejo (curiosamente, hay quien acude a nuestra Constitución sólo cuando le interesa). Tal vez decidan más tarde borrar la Cruz de los Ángeles y la de la Victoria del escudo del concejo. El cobarde y feo gesto de mandarla a paseo viene a demostrar que la idea que algunos tienen de la política, portándose como aficionados -y parece que poco dados a la lectura-, es la de gobernar sólo para unos pocos ciudadanos, enfrentando a la mayoría.