La pasada noche tuve un sueño. Unos políticos asturianos me decían que en este Paraíso Natural no se pagaba el impuesto de sucesiones por herencias menores a 150.000 euros. Por desgracia, al despertarme, mi padre había muerto y me enfrenté a la verdad que escondían esas palabras.

Intentando superar la pérdida, la implacable Administración autonómica se puso en marcha. La herencia no llegaba a esos famosos 150.000 euros (es lo que tiene ser proletario de los de verdad), pero mi sorpresa ha sido que al final, entre impuestos, notario, registro, plusvalías, etcétera, he abonado 5.000 euros. No está mal para una herencia pagada en vida por mi progenitor y que no llega a ese famoso mínimo. Menos mal, porque no me imagino si llegamos a sobrepasarlo. Es cierto que sucesiones no se paga, pero se pagan otros flecos autonómicos y municipales.

Lo dicho: I have a dream last night.