Lectura simbólica del momento. Por unos días la imagen de Trump, icono del supremacismo machista, con su pelo de fuego solar, había inundado las portadas de los diarios, y las pantallas de cualquier tamaño, amenazando casi con un cambio de era. Hasta que de pronto, sin saber bien cómo (aunque estaba en el calendario astronómico desde que éste existe), Ella se impuso en todos los soportes, portadas y pantallas, con la ventaja de que el que quisiera podía verla en directo, luciente, grande y bella, con el aura de autoridad que ha tenido siempre, con el poderío que no necesita alardes para que sea patente, con la seguridad de que su puesto en lo alto no está sujeto a mandato temporal. La primera luna llena gigante de este siglo llegó así en el momento oportuno, haciéndonos mirar arriba y advirtiendo que el principio femenino no se deja asustar por un matoncillo de barrio.

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