Recientemente la TV nos mostró las escalofriantes imágenes del atropello, con el peor resultado posible, de una niña, creo que en China. Esta niña precedía a su madre embebida con su teléfono inteligente, a unos metros, por la orilla de una carretera, cuando inesperadamente la niña se adentró en la citada carretera, siendo atropellada.

Me vino al recuerdo lo que hace unas fechas presencié, gracias a Dios sin consecuencias, en el centro comercial de Buenavista.

Bajando hacia el parking, delante de mí iba un niño que calculo tendría unos 4 años, precediendo a su madre en dos, tres pasos, cuya señora, que no era ninguna jovencita, atendía exclusivamente a su teléfono, y en el momento de acceder al pasillo automático, el niño por la izquierda y su madre por la derecha, éste, no atreviéndose a entrar, llamó a su madre un par de veces, acudiendo la madre en su auxilio cogiéndolo de la mano.

Una vez en el citado pasillo, señalando al niño, le dije a esta madre "prioritario"; contestación de esta madre: "Yo controlo". Sólo pude decirle, a bote pronto, "mentira"; luego me di cuenta de que sin quererlo me había indicado que, efectivamente, controlaba, pero sin lugar a dudas se refería a la batería de su artilugio.

Me gustaría que esta madre haya visto lo sucedido en las imágenes citadas.

Lamentablemente, es frecuente ver a personas, y no sólo jovencitos, embebidos en el manejo de su teléfono inteligente, cruzando calles y tropezando en las aceras, incluso a paso ligero, como si se acabase el mundo.

Es una pena que deba aplicarse el dicho antiguo de que el carro pasa delante de las vacas.