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Alberto Menéndez

Palabras no, hechos

Ahora que parece que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha olvidado del rodillo político de la última legislatura y que está dispuesto a abrir la puerta a la negociación como práctica imperante, no estaría de más que, de una vez por todas, cambiara el chip en sus relaciones con los gobernantes asturianos y diera respuesta a, por lo menos, algunos de los problemas más apremiantes de la región. Sería, además, una buena manera de corresponder al trato recibido últimamente por parte el presidente del Principado, Javier Fernández, que, se analice como se analice, fue uno de los máximos impulsores del desbloqueo institucional que permitió a Rajoy repetir como jefe del Ejecutivo español.

El líder del PP tiene hoy la oportunidad de mejorar el trato -nada o muy poco favorable- dado a Asturias en los años que lleva al frente del Gobierno. La visita del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, podría convertirse en punto de inflexión de las relaciones entre el Gobierno de la nación y el Principado si es que realmente Mariano Rajoy está por la labor y, definitivamente, se muestra dispuesto a cambiar las palabras huecas por los hechos. Para lograrlo lo tiene muy fácil: que el ministro de Fomento se comprometa, con un calendario preciso de obras y, sobre todo, de inversiones, a finalizar la variante ferroviaria de Pajares (en la que se llevan gastados más de 3.500 millones de euros) en el plazo de tiempo más corto posible. Si para ello es necesario implantar los famosos tres turnos de otras épocas populares, pues que se establezcan. Pero la tomadura de pelo con este proyecto se debe acabar ya.

Por supuesto que se pueden alegar cuestiones de índole técnica para justificar los innumerables retrasos de la Variante, pero digan lo que digan, se pongan como se pongan los representantes de la Administración central (primero fueron los del PSOE y luego los del PP), el gran problema de esta obra fundamental para los intereses de Asturias es de carácter político. Por supuesto que es una cuestión de dinero, ¡por supuesto! (como todo), pero si hubiera habido auténtico interés por parte de los gobernantes por sacar adelante el ambicioso proyecto hace ya tiempo que se hubieran superado todas las dificultades técnicas y burocráticas. Pero no se quiso. Y es que ya ni trabajadores hay en la Variante.

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