Presidente de la Asociación de Guardas del Medio Natural del Principado (AGUMNPA)

Jugar con fuego

La vigilancia preventiva y el papel de la Administración en la lucha contra los incendios

En estas fechas se cumple un año de la oleada de incendios que en diciembre del año pasado y, en poco menos de 15 días arraso más de 15.000 ha de nuestra comunidad destruyendo un valioso patrimonio natural, poniendo en peligro la vida de miles de personas que habitan en el medio rural o que lo recorren habitualmente, la del personal de extinción y afectando de forma patente a la seguridad colectiva de los asturianos. .

Situaciones como la vivida obligan a plantearse una serie de cuestiones para evitar que vuelvan a producirse. En primer lugar determinar sus causas y, establecidas estas, valorar si habrían podido evitarse, o al menos limitar su alcance. Los datos estadística son implacables en lo referente al origen de los incendios en Asturias. Las investigaciones de las BRIPAS y los partes de incendio elaborados por los Agentes del Medio Natural establecen que el 90% de los mismos tienen su origen en la acción humana, intencionadamente o por negligencia. Resultarían pues, actuando adecuadamente, evitables.

Es necesario actuar con convencimiento y determinación y, en el caso que nos ocupa, lamentablemente poco o nada se ha hecho para encarar un problema muy serio que nos pone en primer lugar a nivel nacional en el número de incendios forestales, pese a que las condiciones climatológicas no son las más idóneas para que estos se declaren y se propaguen con virulencia.

La oleada de incendios podía haber sido un revulsivo que propiciara una reflexión, no solo por parte de la Administración, si no por parte de la propia sociedad asturiana. El momento justo para descubrir que hay detrás. Si se trata de una "práctica tradicional" como algunos pretenden que es incluso positiva para el medio ambiente o si, por el contrario, como algunos creemos, que los incendios forestales son el mayor factor de destrucción medioambiental hoy en día en Asturias.

Los medios de comunicación que podrían haber propiciado un debate riguroso, en el cual enfrentar argumentos fundamentados para establecer bases de consenso sobre el particular. No obstante, parecen dejarse llevar, en primer lugar, por el aspecto sensacionalista de la noticia y, posteriormente, conformarse con los lugares comunes: el abandono del monte, la situación de la ganadería, el éxodo rural, sin ir más allá generando una especie de bucle de medias verdades que impide avanzar en como actuar proactivamente para evitar estos hechos.

La solicitada comisión parlamentaria sobre los incendios, que podría haber sido un punto de partida para revertir una situación, un año después, aún no ha tenido lugar. Resulta elocuente este hecho sobre la preocupación real de los políticos asturianos por este tema. Más allá de lamentos retóricos en las tribunas, no se han promovido medidas de lucha efectivas contra los incendios y sus causas.

Únicamente se ha planteado le modificación de la ley en los referente a las medidas de recuperación de los terrenos incendiados, concretamente, la que se refiere a suprimir la prohibición de pastar en las zonas quemadas, priorizando el interés de un colectivo, el ganadero, (que debería ser el más preocupado por luchar contra los incendios ) por encima de la conservación del monte y el interés general de la ciudadanía.

La actuación de la Consejería de Desarrollo Rural, competente en prevención de incendios, y que, se supone, movida por criterios técnicos ajenos a los políticos, parece compartir con Gobierno y Parlamento su falta de ambición para cambiar las cosas; por cuanto no ha variado ni un ápice en su línea de total ausencia de inversiones en medidas activas de ordenación de montes y prevención, que propician el desarrollo de situaciones como la que analizamos pues con una política adecuada en este campo sería posible controlar mas eficazmente el avance del fuego

La oleada de incendios pudo prevenirse y pudieron limitarse sus efectos. Sabido es que entre octubre y marzo, el monte en Asturias acumula combustible (helecho y hojarasca) susceptible de arder en cuanto las condiciones de ausencia de lluvia prolongada y presencia de vientos del Sur se produce, tal como sucedió en Diciembre. Las estadísticas ratifican ese hecho y lo único que es necesario es desarrollar operativos adecuados y efectivos de vigilancia y extinción para evitar que se produzcan situaciones como la vivida. Sabemos en que época del año pueden producirse los incendios y sabemos a qué hora se producen tan solo es necesario actuar en consecuencia.

Con los fondos destinados en evitar que los incendio afecten a los pueblos cercanos, (ya parece que hemos asumido que no importa que el monte queme de extremo a extremo), se podrían desarrollar políticas de prevención que generaran trabajo (apertura de cortafuegos, líneas de defensa ?etc) en las zonas afectadas y que pusieran en valor unos montes, a día de hoy presa del abandono por cuenta de las autoridades que únicamente parecen ver su utilidad como justificación de recursos económicos via subvenciones, ya que ha abandonado toda iniciativa de gestión de los mismos.

No puede ser que se asuma como normal algo que dista mucho de serlo, esto es, que cada año, desde hace 20 años ardan, como media 10.000 hectáreas de monte en Asturias. Nadie parece haberse dado cuenta de que la política de invertir en medios de extinción, en una proporción de 4 a 1, sobre los medios preventivos ha sido un completo fracaso. Unos medios de extinción que el pasado diciembre estuvieron desbordados desde el primer momento y que, pese a haberse multiplicado por 10 en este tiempo no consiguen que disminuya la superficie quemada.

La vigilancia preventiva ( habida cuenta del origen antrópico de los incendios) debería ser un campo a reforzar como sugieren los informes técnicos elaborados por el Indurot y como puede concluir cualquiera que analice mínimamente la situación. Pese a ello, la vigilancia sigue siendo el "patito feo" de la lucha contra el fuego y lejos de reforzar este aspecto, la Consejería mantiene los mismos efectivos que hace 20 años (incluso menos ) y, transcurrido un año de la oleada de incendios, no ha sido capaz de poner en marcha un operativo en el que sus propios funcionarios, los Agentes del Medio Natural, (Agentes de la Autoridad y Policía Judicial Genérica en materia medioambiental, por tanto competentes para perseguir, en este caso los delitos de incendio tipificados como tales en el Código Penal) puedan desarrollar una acción eficaz contra el fuego y contra quienes lo provocan.

Por el contrario la Consejería renuncia a ejercer sus competencias y parece limitarse a esperar el empeoramiento de la situación y la activación del INFOPA cuando ya, lamentablemente, hay muy poco que hacer para evitar la destrucción de nuestros montes. .

Los asturianos deberían tomarse en serio el aviso del que ya se cumple un año y dejar de mirar hacia otro lado como si "todo esto de los incendios" no fuera con ellos y empezar a exigir a las Autoridades Públicas que se olviden de demagogias y se pongan a trabajar en este campo.

Los incendios forestales nos afectan mucho más de lo que pensamos. Nos afectan por que todo el dinero que se malgasta en ese campo proviene de nuestros bolsillos. Nos afectan por que los cargos políticos y los funcionarios tienen unas obligaciones que cumplir antes que servir intereses espurios, nos afecta por que no podemos permitirnos el ingente gasto que los incendios suponen para nuestros recursos naturales. Por que la Constitución establece el derecho a un "medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona" y, sobre todo, por que de esta tierra que cada año devoran los incendios tendrán que vivir nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Buen momento, las postrimerías de este año que se acaba, para dejar de jugar con el fuego y empezar a trabajar para dejar de ser los primeros en la negra estadística del fuego y pasar a serlo en la de las comunidades que se desvelan por su patrimonio natura.

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