El indiano vestido de Rey Mago tiene su lógica. La estatua que Noreña dedicó a Pedro Alonso Bobes, emigrado benefactor, amaneció ayer disfrazada con capa, barba y corona de Rey Mago. No está mal traído para alguien que se fue a Cuba, hizo fortuna y volvió con ella. Disfrazar el monumento la noche de Reyes es una tradición espontánea en la Villa Condal que no ha fallado este año y que afecta también, y aquí es donde a lo mejor hace falta una explicación, al monumento al gochu, que año tras año se apunta también al carnaval escultórico, pero siempre vestido de mujer. Hace dos años iba de cabaretera, el pasado de bailarina y ayer de folclórica. "Ai animalín de Dios...", dicen en la peana unos versos de Pepín Quevedo.