Se nos está yendo de las manos esto de los perros. Yo tengo dos y me sobra uno, pero por eso de la solidaridad y la implicación personal en los problemas sociales, y siempre dentro de las propias posibilidades y recursos, igual que apadrino a un niño y firmo por el Ártico, pues ahí liberamos a un macarrilla del orfanato de Masquechuchos, pero salgo a la calle con ellos y estoy incómodo. No disfruto casi nunca del paseo. Me siento como cuando voy por el Muro de la playa de Gijón en pleno agosto o pro la calle Uría de Oviedo en rebajas. Asfixiado. No ando cinco minutos sin encontrarme con alguien que vaya con el suyo, o los suyos, que hay gente que lleva hasta tres. Así que hay que controlar y apartarse con antelación, que tampoco sabes qué reacciones te vas a encontrar, incluso de los propios, que también tienen sus filias y sus fobias, y como para manifestarlas utilizan el mismo lenguaje de ladridos, a ver cómo se lo toman los demás. Porque además hay que andar gestionando situaciones ridículas, como pararse a la fuerza para que se huelan, no porque los perros lo quieran, sino porque uno piensa que lo necesitan. Y yo digo, a cuento de qué hay que hacer eso ni conocer a nadie que vaya con su perro, a no ser que ése sea el objetivo oculto, socializarse a costa de los perros. No me imagino yo a un padre o a una madre paseando al crío y, al cruzarse con otro que va de la mano de los suyos, se detengan para que ellos se conozcan y jueguen. A qué no. Pues con un perro no puedes.

Ahora hay espacios abiertos para que los perros jueguen entre ellos, parques, playas fuera de temporada..., es ahí donde procede. Pero la invasión no deseada en el paseo diario por la calle, a no ser que el propio animal tenga el gusto, no la entiendo. Y esto no tiene pinta de parar. Veo superpoblación canina por sobreexplotación de la moda. Familias sin hijos pero con perro, con hijos y perro, solteros y el perro. Yo creo que esto hay que controlarlo un poco ya, porque luego aparecen los intolerantes que siembran de trampas los parques o los maleducados a los que se les acaloran los ánimos y agradeces si de la refriega vuelves a casa con un perro intacto todavía. Cada uno ha de saber lo que lleva para prevenir que se cause un conflicto. Eso se llama simplemente responsabilidad, que a veces es pedir peras al olmo. Con lo que finalmente digo limitación, prohibición total de venta en tiendas, esterilización obligatoria salvo compromiso formal y por escrito de no hacer negocio. El que quiera uno que lo adopte. Sanciones económicas fuertes al abandono y con prisión al maltrato. Y aunque parezca un extremista diciendo esto, no está muy lejos de lo que desde años se llevó a cabo en Holanda, que convirtió al país en ejemplo de convivencia con los perros y donde el abandono es caro.