El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis declaraba días atrás, con la seriedad que lo caracteriza: " Los jóvenes se van al extranjero a trabajar por inquietud", difícil de asimilar tal frivolidad -aun viniendo de quién viene -que adquiere tintes de folletín cuando apostilla: "Los jóvenes quieren irse fuera para enriquecerse".
Estemos pues tranquilos sociedad, jóvenes, padres y madres, mercado laboral, universidad? que nadie se muestre receloso de nada, relevos generacionales, natalidades, envejecimientos, ciencia ?
Es la inquietud; algo tan característico de la juventud; y el enriquecimiento; algo tan característico de la especie humana, el acicate que genera en la población joven sus ansias de viaje, receptivos como son, por motivo de la falta de edad, al afán aventurero, no dudando en pertrecharse de lo indispensable para adentrarse en el proceloso océano de lo incierto.
Sí, seguro que les gusta (meditaría Don Dastis).
Divino tesoro? (pensó), se cura con el tiempo?
Lo real, por definición, resulta ser tozudamente menos superficial.
En Asturias, pasa ya a ser dramático.
La última encuesta de población activa destacaba la pérdida de 67.600 jóvenes en edad de trabajar y con voluntad de hacerlo en la pasada década, la caída de la natalidad, la emigración y la incapacidad de atraer población serían las principales causas a tener en cuenta.
Los datos, muestran el problema demográfico asturiano de manera meridiana, es la dificultad del relevo generacional, uno de los problemas acuciantes, a ello tenemos que sumar la fuga del talento, y no sólo eso, Asturias no resulta atractivo para que el talento venga.
Las asociaciones de científicos se desgañitan, frente a quien sea, solicitando la inversión en I+D, claman porcentajes del PIB que alcancen el 2%, recuerdan la necesidad de una Agencia Estatal de Investigación que funcione o recuerdan Pactos por la Ciencia inexistentes (Aunque anunciados a bombo y platillo en debates de investidura).
Los estamentos universitarios nos declinan todas las conjugaciones del verbo recuperar el talento perdido, nos hablan del necesario retorno de investigadores, de incorporación de personal científico joven a las instituciones públicas, del incremento presupuestario.
Los jóvenes investigadores nos recuerdan la pérdida de convocatorias de contratos (Formación Profesorado Universitario 2016) o siguen cuestionando el nulo impacto real de la Agencia Estatal de Investigación en nuestro país. De igual modo comentan los efectos perversos de los recortes acumulados desde 2009.
Desamparo, incertidumbre e inestabilidad: tres calificativos constantes en las carreras de nuestros jóvenes , condenados a la emigración al encuentro de una carrera investigadora digna o a dejar su profesión por falta de perspectivas.
¿Y aquellos jóvenes que engrosan las listas del paro, o que están a la búsqueda de su primer trabajo, o los que ya pueden ser calificados de parados de larga duración?
¿Y aquellos jóvenes que, ante las nulas perspectivas de futuro se vuelcan en la llamada Sobretitulación por aquello de que el saber no ocupa lugar, y que ya saltan al estadillo superior de super-suficientemente preparado?
¿ Y la precariedad laboral y la temporalidad y el descenso salarial?
Sin respuesta.
Los gobiernos, tanto el estatal del Partido Popular, con sus aireadas continuas de "la garantía juvenil", o el autonómico del Partido Socialista , ausente de la necesaria implicación en la búsqueda de soluciones que combatan con seriedad la exclusión social a la que la juventud parece verse condenada, deben abordar de manera suficiente el drama laboral de los jóvenes.
España no es país para jovenes, advertía VictorReloba, responsable del área económica del Consejo de la Juventud de España. De no irar lo necesario, de no reconocer un cambio de época y de estilo, de formas y de fondos en la acción social y política, Asturias va a ser que tampoco.
