Vivo en una aldea perteneciente al concejo de Ibias, un lugar montañoso y con una naturaleza envidiable y envidiada por muchos. Tengo 16 años y como la mayor parte de los adolescentes la comunicación con mi mundo depende de internet.

Para satisfacer mis necesidades de comunicarme, de socializar, utilizo programas como Whatsapp o Instagram. Éstos me permiten estar informada de las últimas tendencias de música, moda o de las novedades que transcurren dentro y fuera de mi entorno, y también me facilitan el contacto con mi familia y amigos que están a diferentes distancias de mí.

Internet forma parte en mayor o menor medida de nuestras vidas, pero si vives en una zona rural se convierte en una necesidad indispensable. El problema está en la poca cobertura que realizan las antenas en mi aldea. Las señales llegan a través de satélite y cualquier interferencia meteorológica puede provocar una pérdida total de señal, así que no nos queda más que confiar en que después de la tormenta siempre viene la calma y en esa calma aprovechar para hacer las tareas on-line pendientes.

Por eso, los altos precios que se pagan no son proporcionales a los resultados obtenidos, que no tienen nada que ver con los esperados.

Quieren hacer que la población rural se mantenga o reducir el abandono de ésta. En cambio, aquí yo no veo intentos de mejora.

Los organismos competentes deberían tener en cuenta las necesidades que tenemos los ciudadanos de las zonas rurales, y reclamo el derecho a tener las mismas oportunidades que otros adolescentes en cualquier zona del Principado de Asturias y en cualquier zona del mundo.