Diputada por Asturias de Podemos en el Congreso

Cómo dices la palabra futuro

Vetar la posibilidad de que el asturiano sea lengua vehicular es retrógrado

Hay cuestiones sobre las que polemizar es un poco complicado. Imaginen que el hecho de estudiar en el aula Plutón como planeta fuera una decisión política. (Y aclaro que quien escribe estas líneas atribuye a decisiones políticas, que no de partidos, casi todo el orden de las cosas). Imaginemos, digo, que en la Xunta Xeneral un partido con una representación no menor de la población se opone insistente y firmemente a que nuestras niñas y niños estudien que Plutón -tras ese lapso de tiempo en el que se le excluyó del club de los X del Sistema Solar- es de facto un planeta. La escena. En la tribuna del parlamento asturiano una voz se alza para decir que de ninguna de las maneras podemos consentir que se diga que Plutón es un planeta. Si las familias, la sociedad en su conjunto, la chavalería que acude al aula de lunes a viernes, quiere adquirir ese conocimiento, que sea en el tiempo no lectivo, que sea fuera del ámbito académico. Que no se legitime desde la educación obligatoria.

No, bueno, esto no suele pasar. Por lo general no asumimos sobre la astronomía, la física cuántica o las matemáticas posturas tan férreas y nos suele importar lo que opine la comunidad científica, porque entendemos que hay comunidades de expertos. Ahora, la lengua, el cómo hablamos, esto es altamente opinable. ¿Acaso no todo el mundo se expresa en una lengua, con un lenguaje? Hablar, como escribir, está al alcance de todo el mundo. Y reflexionar sobre las lenguas, el lenguaje, parece no requerir ningún conocimiento ni lectura específica. Esto pasa mucho en la barra de los chigres, y para según qué cosas, todas y todos podemos pecar a veces de cierta soberbia desde nuestro profundo desconocimiento. Asumámoslo, ni la persona más prudente ha dejado de tener un momento de hablar sin tener remota idea sobre lo que está hablando.

Bien distinto es que ese hablar sin saber se haga desde espacios de representación y de toma de decisiones que nos afectan a todas (Plutón no es un planeta, o no uno susceptible de ser estudiado; el asturiano no es una lengua, o no una susceptible de usar para estudiar) y que esto implique una vulneración de derechos y una propuesta legislativa regresiva sobre esos derechos.

El PP no quiere que el asturiano sea lengua vehicular en la enseñanza. Se queda sólo en su "casus belli", dejando claro además qué luchas quieren dar y de qué quieren hacer batalla. No tiene problema en que sea lengua vehicular el inglés y seguro que aplaudirían que mi hijo, con cuatro años, haya aprendido a contar hasta diez en japonés. (Yo, impresionadísima y feliz de haber llegado ya a esa edad en la que mi hijo me enseña cosas a mí -qué pronto, por cierto-, también aplaudo esto). Nos gusta que aprendan chino, que aprendan alemán, que conozcan culturas. Hay un gran consenso en que cuanto más sepamos sobre el Sistema Solar, mejor. Pero no si es Plutón, por seguir con la metáfora, que desconozco en realidad qué postura tiene Mercedes Fernández, por ejemplo, en la polémica sobre el rango de planeta del más alejado cuerpo celeste con respecto al Sol.

¿A qué esa inquina, esa cerrazón y esa obstinación en el desconocimiento? ¿A qué impedir la posibilidad, que es lo que pretenden, de quien quiera aprenda en asturiano como puede hacer en inglés? ¿A qué negar una expresión, una lengua, un mundo emocional, referencial, comunicativo, científico: la herramienta con la que las personas se entienden?

Me pregunto, ¿habrá leído Mercedes Fernández a Berta Piñán? Escribe la canguesa en el poema "Lección de gramática": "¿cómo se dice en tu lengua, en nuestra lengua, la palabra futuro?" Quizás hubiera pensado en que aprender lenguas no es sólo para asumir con más destreza la emigración inevitable a la que nos condenan los grandes planes de empleo del gobierno de Rajoy. Que aprender lenguas tiene que ver con entender otros mundos y otras formas de ver el mundo. Quizás hubiera pensado en que nuestra educación ha de trazar caminos de aprendizaje que no excluyan y ni reduzcan, que formen personas y no empleados más o menos precarios. Que eso de la libertad jamás a va casar con la imposición, con las mordazas, y que no es sólo lo que decimos sino en qué lengua podemos expresarlo. Entonces vería lo retrógado, lo elocuente y lo cateto que es vetar la posibilidad de que el asturiano sea lengua vehicular en nuestras escuelas. Vetar que la seronda sea seronda para ser únicamente otoño. Vetar l'antroxu, l'amagüestu. Vetar la señaldá, la alcordanza, la folixa. Negar, porque un día una se levanta así, de esa manera, la existencia de un planeta sin tener idea de astronomía.

Una no pierde de todas formas, la esperanza de que, quien habla de manera atolondrada, recapacite. Quizás no sepa, Mercedes Fernández, que los poemas de Berta Piñán puede leerlos en edición bilingüe. ¿Recibirá la portavoz del PP libros de poemas a la Xunta? Parece ser el momento de mandarle un ejemplar, que estas cosas, como la ignoracia, siempre se curan leyendo.

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